No la tienen fácil los directivos y técnicos de la Corporación Autónoma Regional del Quindío para demostrar en qué sitios exactos sembraron 23.000 palmas de cerca del Quindío. La noticia que ellos mismos dieron hace cerca de un mes a través de un boletín de prensa se ha transformado en un bumerang, pues los ecologistas de la región, que se han convertido, sin duda, en los máximos vigilantes del gasto y la inversión pública relacionada con los recursos naturales, empezaron de inmediato a hacerse preguntas. La primera de ellas: ¿dónde están sembradas las 23.000 palmas?

De manera que la discusión y las dudas están al orden del día. Y en la presentación que hicieron contratistas de la CRQ en el concejo de Salento, crecieron las dudas. Por ejemplo, dijeron que habían sembrado los árboles en 14 meses, cuando el contrato es de 48 meses. Y lo más raro, indicaron que ya habían terminado el contrato y que les habían pagado el dinero, $1.580 millones, pero que la interventoría apenas se iba a contratar. ¿Qué tal? Esto significa que no hubo interventoría.

Para todo aquel que se ha metido en el mundo del Árbol Nacional, la Palma de Cera del Quindío, es evidente que existen grandes dificultades para que una especie de esta naturaleza llegue a una edad joven y, mucho más, adulta. Que los viveros existentes son pocos, que la germinación dura casi un año, que una planta no puede ser llevada al campo sino de un tamaño cercano a los 50 centímetros, que después de sembrada hay que hacerle mantenimiento y, bueno, muchos más cuidados. Y, hacerlo con 23.000 individuos, no debe ser nada fácil. Por eso, tantas preguntas.

Hasta el momento, solo se habla de un solo predio donde se sembraron unos 840 individuos, según los cálculos del ambientalista Néstor Ocampo. Del resto, nada se ha dicho. Las explicaciones que dio en El Quindiano uno de los contratistas, no son convincentes, no dicen explícitamente dónde están sembradas las palmas.

Mal hace el director de la CRQ John James Fernández anunciar una denuncia penal por injuria y calumnia contra Néstor Ocampo por las publicaciones que ha hecho este preguntándose por esas palmas. Lo que debió de haber hecho hace rato el doctor John James es haber llevado a los ambientalistas y a los periodistas a los sitios donde están sembradas esas plantas, mostrar el trabajo de este corredor biológico, y no convertir esta controversia en una amenaza.

¡Qué nos muestren las 23.000 palmas sembradas señores! Porque las dudas son muchas, más sabiendo que una de las formas más expeditas para quedarse con el dinero público han sido los programas de reforestación, pues en el papel se hizo el oficio de sembrar, pero en la práctica, en el campo, los árboles casi nunca aparecen. Y, más sospechoso si se trata de una CAR, uno de los nidos de corrupción más grande que tiene el país.