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Editorial  |  13 marzo de 2018  |  12:00 AM

Las tulas de plata de las Farc

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Hay que asustar a los niños con el Diablo, aunque el propio papá sea Satanás.

Extrañamente, las Farc, o la Farc, el partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, no sacó esta vez, en las elecciones del pasado domingo, ni las tulas repletas de dinero, ni las armas para intimidar, ni siquiera a sus propios militantes, para ganar las elecciones o, por lo menos, elegir a una buena cantidad de senadores y representantes, tal como lo pronosticaban los enemigos del proceso y el acuerdo de paz.

La Farc solo sacó 52.532 votos para Senado, la más baja votación de todos los partidos, lo que representó el 0,32% del total de los sufragios depositados el domingo pasado. Y para Cámara logró 32.635 en todo el país, el 0,21%. Por tanto, no puso ni senador, ni representante a la Cámara, distinto a los que se les concedió en el acuerdo de paz, cinco para Senado y cinco para Cámara.

Además, su candidato presidencial Rodrigo Londoño dimitió a esa designación, tras sus problemas de salud que, seguramente se agudizaron por los ataques que le hicieron cuando salió a hacer proselitismo político en favor de su causa.

Todo esto que pasó con la Farc en las elecciones del domingo deja claro varias cosas: que aquella propaganda por redes sociales sobre las tulas de dinero y la intimidación con las armas que iban a sacar la Farc en estas elecciones, no era otra cosa sino propaganda negra para crear miedo, para aterrorizar al pueblo, para golpear el acuerdo de paz y aprovechar ese miedo de la gente para la causa de los enemigos del acuerdo.

También quedó claro que la Farc es un partido que no tiene simpatizantes, que es una enorme minoría y que, por el momento, sus antiguos jefes guerrilleros no van a llegar al poder por la vía electoral y tendrán que contentarse estos cuatro años con las curules cedidas en el acuerdo de paz.

Lo que vimos el domingo fue a los jefes guerrilleros, por primera vez en su historia, la de ellos, pero también en la del país, votando, acudiendo a las urnas, esto es, cumpliendo el acuerdo de paz, por una parte, y por otra, cambiando las armas por su voto. Tanto así que, por primera vez en los últimos sesenta años, no hubo una sola noticia de perturbación del orden público, ni asaltos, ni tomas a pueblos, ni retenes, ningún asomo de violencia durante el proceso electoral.

Ahora, lo que viene. La propaganda negra y la mentira sobre la intervención de la Farc con dinero e intimidación armada quedaron desbaratadas y no servirán para las elecciones presidenciales, aunque una parte del pueblo es ignorante y seguirá creyendo la misma falacia, mentiras que calan en algunos sectores de la población.

Ah, los que sí sacaron tulas de dinero en todo el país, fueron dirigentes de los partidos tradicionales, todos, casi sin excepción, para comprar en forma directa votos, también en forma disfrazada, y para patrocinar y promover el miedo, utilizando el pasado de la Farc. Hay que asustar a los niños con el Diablo, aunque el propio papá sea Satanás.

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