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Cultura  |  14 enero de 2018  |  12:20 PM |  Escrito por: Robinson Castañeda

Cine: La forma del agua. Un poema sobre el amor sufrido y benigno

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La fantasía renace en una mezcla de muchas cosas narradas en dosis justas.

Elisa arroja una caneca llena de agua para limpiar la sangre del laboratorio donde minutos antes su jefe, el Coronel Richard Strickland (Michael Shannon), fue herido gravemente en una mano. Cuando el líquido sale de debajo del enorme cajón metálico, dos dedos son arrastrados por la corriente. Ella los recoge como si fueran un par de salchichas y los mete en una bolsa de papel donde antes tenía parte de su almuerzo guardado, para pasárselos al supervisor. Esos dos dedos luego le son reimplantados al paciente en el hospital.

¿Y cómo ocurrió el accidente? ¿Si es que en verdad lo fue? Lo hizo el activo o el recurso. Ese es el nombre que le han dado a la criatura misteriosa que trajeron desde lo más profundo de la amazonia y lo tienen como objeto de estudio en un laboratorio en Baltimore, Estados Unidos.

La criatura es un ser que poco puede verse al comienzo de la película pero al que Elisa, por curiosidad, comienza de forma clandestina a brindarle su amistad que después se transforma en un amor inocente y tan extraño como el mismo monstruo. Pero de eso y más rarezas está llena esta historia.

La trama sucede en 1963 durante la guerra fría. Elisa Espósito (Sally Hawkins) es muda pero no sorda. Se comunica con su pequeño y rutinario entorno a través del lenguaje de señas. Su vida es simple. Siempre acompañada de música. Se levanta, va al trabajo, hace el aseo de lo que le digan, duerme en el bus cuando regresa, obedece y solo tiene dos amigos: El primero es Giles (Richard Jenkins). Un tipo de unos 60 años. Homosexual y que dibuja para ganarse unos cuantos pesos. Y está Zelda Fuller (Octavia Spencer). Una mujer afroamericana, trabajadora incansable, sujeta a su esposo, también aseadora y que habla lo que a la protagonista le hace falta. Son la una para la otra.

Ese es el contexto general de la película La forma del Agua. Último trabajo del guionista y director mexicano Guillermo del Toro (El laberinto del Fauno), y que a la fecha ha tenido muy buenas críticas, siendo elogiada con varios premios de cine internacional.

En esta amalgama equilibrada de géneros, lo primero que debe dejarse claro es que no es una producción de terror como muchos ya han dicho. Lejos, muy lejos de eso, aunque el monstruo sea horrendo y le haya arrancado de un mordisco los dedos a una persona. Tampoco es de violencia aunque esta se muestre explicitamente en no más de 4 escenas ya iconográficas, tratadas con la dosis justa y contundencia de que no se olviden tan fácil.

La Forma del Agua es otra cosa. Una oda de la ciencia ficción, mezclada con un cuento de hadas, tramas de espías, política, fantasía e incluso hay un segmento corto de un onírico musical que no desentona, pues se supo justificar su presencia en las 2 horas que dura el relato. Es un momento bello.

Es esta la alquimia sabia de un genio del séptimo arte no es tomada a la ligera. Cuenta con una fotografía oscura de muchos contrastes y llena de influencias del expresionismo Alemán y del cine negro norteamericano en pequeñas pero bellas proporciones.

Pasa igual con su música. Curiosamente esta abunda como una paradoja en el mundo de alguien que no puede hablar y donde proliferan los referentes y cameos. En la historia todo es un contraste que no choca ni desagrada porque es suave como el agua. Es un buen laboratorio que sabe comportarse a la altura hasta llegar al final.

Un trabajo que nos enseña en las diferentes capas donde nos lleva, muchos referentes del arte y la vida misma. Tributos y temas políticos para nada infantiles ni indiferentes. Una producción donde se aprecian los códigos que valen la pena ser estudiados con tiempo, como el agua por ejemplo. Un elemento constante en todo momento. El símbolo de la vida y de la muerte como actante porque representa también la fuerza que todo lo puede acabar a su paso. Y con ella son varios los mensajes cifrados y metáforas que se envían a la indiferencia humana de ayer, hoy y mañana en la historia. Pero también hay guiños al todo es posible porque el amor todo lo puede y no existen diferencias de raza ni especie.

Vemos diatribas a las atrocidades cometidas en nombre del bienestar de la humanidad y la seguridad nacional. La forma del agua es una realización que nos deja a un villano implacable y depredador como la misma causa bélica que representa. Un cazador que llegará hasta el final.

No queda más que decir. La forma del agua es sencillamente exquisita para los amantes de los riesgos a la hora de ver o leer una historia. Una obra que dejará mucho de qué hablar por años. Un nuevo clásico narrado por un hombre que ya tiene varios en su carrera como el Espinazo del Diablo o el ya nombrado Laberindo del fauno. Esta narración es un poema sobre el amor sufrido y benigno que todo lo vence, hecho cine.

Ficha técnica: Título original: The Shape of Water// Año: 2017// Duración: 119 min// País: Estados Unidos// Dirección: Guillermo del Toro// Guion:Guillermo del Toro, Vanessa Taylor// Música: Alexandre Desplat// Fotografía:Dan Laustsen// Reparto: Sally Hawkins, Doug Jones, Michael Shannon, Octavia Spencer, Richard Jenkins.

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