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Columnistas  |  15 enero de 2018  |  12:04 AM |  Escrito por: Horacio Duque

Colombia 2018: Nuevo parlamento y nuevo Presidente ¿Qué nos deparará la historia? (I)

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Horacio Duque

La política, en su versión electoral, tendrá primacía en el primer semestre del 2018. En marzo se escogerá el Parlamento (Senado y Cámara) y entre mayo y junio se elegirá el Presidente de la República, todos ellos para el periodo 2018-2022.

Por supuesto, los problemas económicos y fiscales seguirán gravitando con sus consecuencias sociales y sus impactos en el comportamiento electoral ciudadano. Otros temas influirán en el debate y las definiciones que se den, me refiero a los escándalos de corrupción, a la construcción de la paz, el post conflicto, a las relaciones con Venezuela y a la evolución de la guerra con el ELN.

Es de advertir en el análisis que las campañas y las elecciones venideras se realizaran, como es natural que suceda, dentro de una escena política nacional compatible con la forma de acumular neoliberal instaurada a partir de 1990 y profundizada por los sucesivos gobiernos que, desde ese año, se han sucedido.

Como lo hacen todas las otras formas de acumular que han precedido a la actual, la misma permite elecciones libres, periódicas, secretas e informadas, que obedecen a patrones de comportamiento heredados del modelo vigente y que gobiernan la conducta de los ciudadanos. Y es que la ideología de las clases dominadas no es sino la ideología de las clases dominantes como consecuencia de ese axioma según el cual quien detenta el poder material de una sociedad detenta también su poder espiritual. La conducta de quienes dirigen la sociedad determina la conducta de los dirigidos. Y si esta conducta se ajusta a los requerimientos del mercado, tendremos una cultura esencialmente mercantilista que va a seguir gobernando a la sociedad en su conjunto.

Hasta el momento, inicios del año, el proceso político bien puede caracterizarse por el amplio desprestigio de los partidos políticos como resultado de los escándalos de corrupción; la proliferación de candidatos por firmas; y la postulación de un amplio número de nombres como aspirantes a la Presidencia de la Republica: casi 55, algo sin antecedentes en la historia electoral nacional, tal vez como un fenómeno que se puede asociar al influjo de los diálogos y los acuerdos de paz con las Farc y ahora, con el ELN. Porque se quiera o no, el tema de la terminación del prolongado conflicto social y armado ejerce un envolvente impacto en diversos campos de la sociedad, y lo electoral no se queda al margen; la lucha por el poder en todos sus ámbitos se inserta en tal fenomenología.

El otro elemento a considerar es el de las coaliciones. Las alianzas y los acuerdos se abren paso de manera inevitable para triunfar y acceder a los cargos en disputa.

Es previsible que las votaciones legislativas del 11 de marzo se utilicen para medir fuerzas entre todos los candidatos presidenciales. Cada uno de ellos se quiere hacer contar para negociar hacia la primera vuelta de los comicios de mayo, fecha en la que se decantaran mejor los bloques políticos. Los de derecha, los de centro derecha, los de centro, los de centro izquierda y los de izquierda.

 

Como es apenas obvio, las encuestas y estudios de opinión, no obstante su descredito, han marcado la pauta en el último semestre del 2017.

Sergio Fajardo, un líder ubicado en el centro político, de origen paisa (antioqueño), con gran carisma y ascendiente entre las clases medias urbanas, representante de una coalición con los Verdes y el Polo Democrático, es el de mayor aceptación y favorabilidad.

Le sigue Gustavo Petro en la Izquierda, con gran apoyo en Bogotá y la costa Caribe, aliado con Clara López y movimientos indígenas para promover una lista de la decencia al parlamento que integran destacadas figuras del ámbito popular como Aida Abello, Luz Marina Bernal, Néstor García, Gustavo Bolívar, Tarsicio Mora.

Después aparece German Vargas Lleras, ex Vicepresidente de la Republica, dirigente de un sector de la derecha y los grupos empresariales, con gran poder económico, con control de aceitadas maquinarias electorales departamentales, favorito de los medios de comunicación dominantes y de muchas elites regionales que lentamente hacen un desfile hacia las toldas de este prominente representante del gran establecimiento nacional. Un buldócer neoliberal.

Le sigue Iván Duque, el de Uribe Vélez, quien al parecer está haciendo una mutación política para dar una imagen de moderación con un candidato, también de origen paisa (antioqueño) que proyecta un estilo populista acompañado de apertura, heterodoxia y flexibilidad. Tono que ya está ocasionando el candeleo de los ultras de derecha que lo acusan de traición e “izquierdista” socialdemócrata, camuflado en el uribismo con financiación de George Soros. La cosa allí aún no se decanta porque el expresidente, en alianza con Andrés Pastrana, también expresidente, quiere completar una fórmula que comprometa a Marta Lucia Ramírez, conservadora de partido y al exprocurador Alejandro Ordoñez, con todas sus barbaridades ultra católicas pero con importante audiencia entre las bases religiosas de la sociedad.

Después las encuestas registran a la exministra Clara López quien ha realizado una importante y encomiable labor política entre los sectores democráticos para insistir en la unidad de la izquierda y de los defensores de la paz.

Humberto de la Calle, el candidato del partido Liberal, aparece en las encuestas pero cada vez más rezagado y en soledad pues sus patrocinadores liberales y eventuales socios como los santistas de la U trabajan en silencio acuerdos con Vargas Lleras a quien ven como el más probable próximo presidente de Colombia. Tal vez por eso descartó aliarse con Petro, Clara y la ASI para prevenir señalamientos y estigmatizaciones desde el campo ultraderechista.

Otros candidatos como Piedad Córdoba, Timochenko, Juan Carlos Pinzón, Clopatoski son bastante marginales y desubicados, seguramente replantearan sus expectativas con los escrutinios del 11 de marzo.

 

Es bastante probable que en la actual etapa las cosas se modifiquen y las encuestas, clave herramienta de manipulación y de juego estratégico, vayan reflejando otras tendencias. Como por ejemplo que la derecha y sus dos candidatos, Vargas Lleras e Iván Duque, se trepen y entren a jugar muy duro.

Que Fajardo pierda terreno (como ocurrió con Mockus y su Ola verde en el 2010) al ser objeto de una arremetida, con la correspondiente guerra sucia de mentiras y ataques arteros. Bien puede ser que la fulgurante candidatura de Fajardo colapse en cualquier momento, ante la demoledora arremetida de las maquinarias electorales que acompañaran a Vargas Lleras con un enorme potencial para hacer la movilización de los votantes de manera microficalizada, en la tarea que corresponde mesa por mesa en todo el país.

Que Petro sea crucificado en el vendaval de miedos contra el castrochavsimo y la crisis venezolana. Y que De la Calle se esfume en las negociaciones que adelantan sus promotores con la tesorería de la campaña de Vargas Lleras.

Al cierre de la jornada, en Junio, se puede confirmar la atinada conjetura de un columnista del Portal Ruso Sputnik (ver http://bit.ly/2muqafE ), quien en un examen de los procesos electorales en curso en América Latina en el 2018, afirma que en Colombia será ungido como presidente de la Republica el doctor German Vargas Lleras, candidato del expresidente Uribe Vélez y como representante de la derecha y de los más poderosos grupos empresariales y financieros.

Es la tesis que sostiene con mucha consistencia el director del Portal Razón Publica, el politólogo Hernando Gómez Buendía, quien afirma que Vargas Lleras adelante desde hace años una persistente labor para sumar a su nombre lo más poderoso de la clase política y de las maquinarias electorales locales y regionales, cosa que ha logrado a estas alturas con mucho éxito, tarea a la que le presta un invaluable apoyo el fiscal General sometiendo a punta de investigaciones criminales ciertos renuentes atrapados en la terquedad y la falta de realismo. Que lo digan si no los “Ñoños” enjaulados en la Picota. Vargas Lleras dispone del garrote del Fiscal para alinear algunas almas díscolas del clientelismo periférico (Ver http://bit.ly/2zrfFl9 ).

 

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