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Editorial  |  16 febrero de 2018  |  12:00 AM

¿Un alcalde cómplice?

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Vemos con pesar cómo se reviven las peleas y los odios políticos en cada proceso electoral.

Es muy extraño que el alcalde de Armenia Carlos Mario Álvarez Morales no supiera nada de las supuestas irregularidades cometidas por la señora Luz Piedad Valencia Franco cuando esta era alcaldesa de Armenia y él candidato a esa misma alcaldía, sabiendo que venía de ser uno de sus secretarios, tal vez el más cercano.

Y mucho más extraño que tampoco la hoy esposa del alcalde, Luz Patricia Loaiza, no conociera nada del tema de los lotes del municipio, como el del Centro de Desarrollo Comunitario de la comuna uno que, supuestamente, era de un privado, o de los lotes de la estación, cuando la señora Loaiza era en ese gobierno la jefe de bienes y suministros.

¿Vinieron a saberlo solo ahora, en campaña política y cuando se enemistaron con la señora Luz Piedad? ¿Por qué cuando eran funcionarios no dijeron nada de ella ni de las supuestas irregularidades, ni tampoco cuando Álvarez era el candidato del partido Liberal donde la exalcaldesa gozaba de ser la máxima dirigente de esa colectividad?

Es muy extraño que el alcalde Carlos Mario Álvarez no supiera nada de la contratación de las obras de valorización en el gobierno de Luz Piedad Valencia, siendo secretario de despacho, y que tampoco lo supiera su esposa Luz Patricia Loaiza siendo una de las principales asesoras del gobierno de la señora Valencia. Y más extraño aún que no supieran nada de lo mismo cuando Álvarez era candidato a la alcaldía. Es muy extraño que cuando fungía como candidato defendiera esas obras y esa contratación, y ahora las ataca. ¿Será solo por la campaña política y la amistad que lo une con el candidato al senado de Antioquia Julián Bedoya, cuestionado por sus vínculos nefastos?

Es muy extraño que Carlos Mario Álvarez no supiera nada de la supuesta ilegalidad del decreto que emitiera el gobierno de Luz Piedad Valencia sobre la construcción en altura y la ficha normativa de la avenida Centenario, si siempre estuvo en la nuez de su gobierno. ¿Es solamente ahora, cuando ha peleado con ella, y estamos en plena campaña política, que se enteró de las supuestas irregularidades?

No nos crean tan inocentes, tan pendejos como dirían las abuelas. El alcalde Carlos Mario era sabedor de todo, pero calló por conveniencia, porque necesitaba el apoyo de Luz Piedad Valencia para ser alcalde, porque de lo contrario no lo hubiera sido. Si hay irregularidades, como dice que existen, entonces debe declararse cómplice, porque durante cuatro años guardó silencio.

La verdad de todo este asunto que envuelve al gobierno municipal de Armenia contra la exalcaldesa Luz Piedad Valencia es que de por medio sólo existe un afán político del señor Álvarez, el de darle los votos a un extraño, a Julián Bedoya, un político cuestionado en Antioquia, que encontró en el alcalde de Armenia un aliado, no del municipio o el departamento, sino de su odio por quien lo llevó a la primera magistratura de la ciudad.

No defendemos a Luz Piedad Valencia, que responda ella por sus actos ante las entidades de control, pero sí vemos con pesar cómo se reviven las peleas y los odios políticos en cada proceso electoral, donde los verdaderos perdedores son la ciudad y el departamento, es decir, los ciudadanos del común. La historia de repite.

 

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