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Columnistas  |  18 junio de 2018  |  12:00 AM |  Escrito por: Mayo Mejía

Armenia desdibujada. Carta abierta a los artistas y gestores culturales

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Mayo Mejía

Nos quedamos sin cultura, la ciudad inundada en basura y drogas, rodeados de la miseria humana, del caos y la anarquía.

Lentamente, espacios públicos motivo de orgullo local; la peatonal La Calle Real, el Parque de Bolívar y Fundadores, todos los parques y espacios públicos, quedaron desdibujados. Ya ninguno quedó tal cual fue o tendría que ser, después de millonarias intervenciones, devenidas en detrimento patrimonial. Resultado del cruento y macabro proceder de los funcionarios sin amor propio ni por la tierra. Perdidos en la avaricia y la desidia, al igual que los valores ciudadanos, que quedaron olvidados y sepultados, detrás del mal ejemplo, de esta generación perniciosa que se apropió de nuestro terruño y de nuestro futuro. Generación marcada por la más desfachatada corrupción y perfidia.

Acá solo hago una muy ligera lectura de los aspectos culturales y especialmente de las artes, que finalmente son las que en su ausencia crean ese soterrado sentido de falta de pertenecer actual, que nos impide ser parte activa de la sociedad, de poder participar de los movimientos intelectuales y comunitarios, que iluminan al mundo con ideas de progreso y desarrollo, amor por el medio ambiente y los derechos humanos. Derechos fundamentales. Como una ciudad limpia, equipada y con un ornato público coherente. No hablo del trillado mural con el Jeep y la mata de café y otros clichés, con la que han querido pintar a Armenia y mantenernos en la incultura, murales a astronómicos costos y siempre a los mismos. Porque acá los eximios dineros de la cultura, se volvieron el botín mas fácil de los carroñeros. La ciudad llena de bodrios millonarios, que nos quieren hacer pasar por estatuaria, casita cinética, que ni lo uno ni lo otro, prostituta costeña travestida de chapolera y un bombero que incita a la quema,- solo por nombrar los últimos- con el agravante de no licitar a la comunidad artística, dejando a los actores locales sin la oportunidad de proponer proyectos y sin la participación de una curaduría ciudadana, que velase por el valor estético y cultural de la propuesta. Y no son contratos pobres, son de hasta 150 millones y más, criterios de curaduría muy importantes porque son una inversión al ornato público y porque son los que generan sentido de pertenencia y amor por la ciudad.

Cuando usted camina por una ciudad limpia y con parques bien cuidados, con monumentos que cuenten una historia local y regional, usted se da cuenta qué tipo de gente la habita, esas ciudades tienen algo que los identifica en el imaginario popular, como un destino a visitar, como una cultura a conocer, ¿qué pasa en Armenia? al fin y al cabo ¿no somos la segunda región más turística de Colombia? Con la maldición que ese honor conlleva en esta patria loca del todo al revés. Recordando a nuestras tradicionales mecas turísticas de San Andrés islas,- sin agua, todo caro y olvidada, sus aguas pesqueras regaladas-, Cartagena- sin agua, todo caro y los edificios se caen- , ni hablar de los problemas sociales como la prostitución y las drogas, resultados de la extrema pobreza y la supercorrupción.

Armenia sin teatro, sin espacios lúdicos públicos, el proyecto del polo cultural muerto en útero y con nuestro espectacular y único museo de arte contemporáneo, sepultado en el roto físico y fiscal, como por todos conocidos, por el desfalco de la valorización, ahondando aún mas nuestras penurias, la única sala de exposiciones disponible en Armenia, la Roberto Henao Buriticá de la gobernación, ahora tiene sus proyectos administrados por un operador terciario de Bogotá, con poca experiencia cultural. Proyectos que se van a manos ajenas, como el mural del deprimido de la Constitución, dizque en 3D, también adjudicado a una fundación de Bogotá. Amanecerá y veremos, ahora pintan el CAM, o muralandia como le dicen las malas lenguas, Dios mío, veremos que regalitos nos dejarán. Bueno eso si el mugre y los vendedores ambulantes los dejan ver, o no se destiñan rápidamente, y como todos los otros murales de este artista en la ciudad.

Armenia está acéfala, no solo de alcalde y líderes, necesitamos la creación de un grupo ciudadano de artistas y personas idóneas que conformen una junta que supervise el estado de todos los proyectos de embellecimiento público, su relevancia cultural y demográfica y demande la inclusión de la comunidad artística y el uso de la licitación pública.

Porque es así, con una ciudad limpia, ordenada, con parques cuidados con teatros y museos, con arte, cultura y mucho amor por este paraíso, que les reenseñaremos a esta generación, a la que nos robo el futuro y a la nueva, sus sentidos perdidos de identidad y pertenencia. De quiénes somos y adónde podemos llegar.

Invito a los artistas y gestores culturales a que nos unamos en una veeduría ciudadana de lo acá expuesto, en pro de una Armenia y un Quindío digno para todos.

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