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Editorial  |  17 diciembre de 2018  |  12:00 AM

Comprar estómagos = conciencias= votos

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Diciembre con sus luces y alegría es una época de regalos, de aguinaldos, de rezo, de fiesta, de descanso reflexión, pero asimismo es el mes del año en donde las tradiciones gastronómicas se hacen sentir con toda su delicia y su esplendor.

Diciembre es el mes de las galletas y el vino, la natilla y los buñuelos, el marrano y los tamales y algunos que otros dulces que aún preparan las abuelas como el de brevas, de papaya, ariquipe y muchos más, y lo mejor: los abrazos, los besos y la solidaridad entre familiares y vecinos

Y si en las fincas y veredas se celebra con todas las de la ley, en las comunas, en los barrios, por lo general, se siente la unión de las familias, incluso en muchos de ellos se hacen colectas para festejar en colectivo la Natividad del Señor, la despedida del año viejo y la bienvenida al Año Nuevo.

En todo caso se respira Navidad en casi todos los lugares. En los centros comerciales, en los almacenes y en las calles de Armenia y de los municipios del Quindío, las gentes inundan el ambiente con sus ilusiones y sueños diferentes a los demás meses del año.

Infortunadamente, en este país del Sagrado Corazón de Jesús, mientras los unos se aprestan para celebrar el nacimiento del Niño Dios y recibir con esperanzas el año nuevo, otros, los politiqueros de oficio preparan y ponen en práctica su vulgar costumbre de comprar estómagos, es decir conciencias, o sea, nada más ni nada menos que comprar votos, no tiene otro nombre, así lo disfracen de marranos, pollos, natillas, buñuelos y lo más infame de regalos baratos para los niños porque cuando de votos se trata no importa utilizar la inocencia de los más necesitados, de los más pobres, de los cientos de desempleados que si les alcanzó para las velitas del 7 y 8 de diciembre, no tienen el dinero requerido para la cena y los aguinaldos.

Son varias las denuncias que se ha hecho a este medio de comunicación sobre el particular. En Armenia y el Quindío en la antesala, en el inicio de las campañas políticas para alcalde y gobernación, asamblea y concejos, muchos precandidatos están a la caza de votos, aprovechando el infortunio de la población que en esta época agradece una natilla con un buñuelo, para hacerlos su clientela, tener su aprobación que los lleve a los cargos añorados.

En Colombia no se vota por un partido, estos prácticamente han desaparecido, sus dirigentes no tuvieron la capacidad ni el compromiso con sus afiliados y entonces estos se convirtieron en la clientela de individuos que ven en el poder la mejor forma de escalar en sus intereses particulares.

En Colombia no se vota por ideas, por proyectos, por causas fundamentales como la defensa del medio ambiente, propuesta para mejorar la economía de la región, de la ciudad y la de sus ciudadanos, de la educación y la salud. Se compran votos de manera anticipada con un plato de comida o un regalo barato para llegar al poder, no tienen los politiqueros de oficio la capacidad de proponer reformas y llevarlas a cabo, su ‘astucia’ supera en gran medida su conocimiento social, económico y creativo, su entendimiento no les da sino para comprar votos.

Comprar votos con regalos, marranos, tamales, natilla y buñuelos es lo mismo que comprarlos con dinero y ello bien lo sabe la MOE y la Procuraduría.

Es de conciencias limpias y sinceras dar sin esperar nada a cambio, ello es de seres con un alma superior.

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