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Editorial  |  01 noviembre de 2017  |  12:00 AM

Ataque brutal a las fincas

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No nos explicamos por qué razón la Policía y otros organismos de seguridad, incluyendo alcaldes, están escondiendo el brutal ataque delincuencial a las fincas del Quindío. Hay bandas organizadas que están llegando a los predios rurales, y no solo a los más alejados de las cabeceras municipales, sino en las propias goteras de los pueblos y ciudades, para llevarse muchas cosas de valor.

No comprendemos muy bien cuál es el afán de esconder estos hechos, o mejor dicho, de no darlos a conocer al público en general a través de los medios de comunicación. Tal vez hay un mito con relación a nuestra condición de departamento turístico, en el sentido de que si se difunde mucho estos atracos a las fincas mucha gente podría aplazar o cancelar su próximo viaje al paradisiaco Quindío.

Han sucedido asaltos a fincas a plena luz del día. Hace un poco más de una semana que seis forajidos llegaron a una finca en Boquía, Salento, al medio día, amarraron a sus ocupantes, los amordazaron, los encerraron en un cuarto y desocuparon la casa campestre. Andaban en una camioneta. Unos días antes sucedió en la vereda Barcelona Baja, de Circasia. Esta semana nos notificaron de un hecho similar en Quebradanegra, Calarcá. Todos, sitios muy cercanos a las cabeceras municipales.

No hay que tenerle miedo a que corran rumores en las agencias turísticas de que el Quindío es un sitio no muy seguro para venir de paseo. En el mundo moderno casi no hay lugar seguro, ni en Colombia ni en ninguna parte, pues locos disparando contra un público inerme, o arrollando una multitud con un carro, o asaltando sitios, se ven a diario y se lee en los periódicos de todo el planeta.

Eso no hay que esconderlo, por el contrario, es necesario avisarlo para que se tomen las medidas pertinentes, no solo por parte de las autoridades, que deben ser muy contundentes, sino también por parte de los propietarios y administradores de los predios y por las comunidades que se unen en cada vereda entorno a la seguridad.

Hay que ponerle coto a la inseguridad rural. Hay que frenar la ola de atracos. Y eso se consigue en un trabajo conjunto, en red, entre el gobierno, la Policía, el Ejército y la comunidad de cada vereda. Hay que poner en marcha planes contundentes de comunicación y de alarma, que logren prevenir, pero también capturar a estas bandas. Solo con una coordinación entre estos cuatro estamentos es posible enfrentar la delincuencia.

Nada nos ganamos con tapar, con esconder estos hechos de bandidaje, esperando que lleguen más turistas, cuando después nos podemos lamentar por hechos cometidos contra estos. Mucho mejor es comunicar, para que sea mucho más expedita la toma de medidas que prevenga, que denuncie, y la actuación oportuna de la comunidad.

Ninguna finca está exenta de un ataque de delincuentes, y mucho menos por estos días cuando se está recogiendo la cosecha cafetera y los propietarios se alistan para recibir turista en la temporada de vacaciones de diciembre y año nuevo. No estamos exentos, pero se pueden tomar medidas, si nos organizamos alrededor de las autoridades, con una fuerte red de informantes.

Hay que sacar al Ejército de los batallones, ahora que la guerra con el principal grupo armado ha concluido en gran parte, para que los soldados de la patria, que antes la defendieron de las Farc, ahora hagan lo mismo, la defienda de los delincuentes que andan como Pedro por su casa atracando fincas e intimidando a sus moradores.

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