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Editorial  |  16 julio de 2019  |  12:00 AM

Armenia no avanza, retrocede

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Por donde se le mire, en todos los aspectos, Armenia es una ciudad quedada en el tiempo. Parece que su historia se hubiese detenido y en lugar de avanzar, retrocede.

Hace poco, en el foro de movilidad que tuvo lugar en el auditorio Euclides Jaramillo Arango de la universidad del Quindío, el presidente de la Sociedad de Ingenieros del Quindío Uriel Orjuela Ospina dijo que Armenia tenía por los menos 10 años de retraso en infraestructura vial, en semaforización y en zonas de parqueo.

Razón tiene el ingeniero, hay que agregarle además en esta materia lo poco o nada que ha representado para la ciudad la Secretaría de Tránsito y Transporte de Armenia Setta, entidad que en los últimos años ha permanecido acéfala en su dirección. Setta solo ha servido para hacer comparendos discriminatorios y llenar de motos y carros grandes lotes de la antigua estación del ferrocarril. Ha sido tan pésima la labor de Setta que el alcalde Óscar Castellanos Tabares se vio obligado esta semana a tomar el direccionamiento de esa dependencia con la promesa de poner orden en las principales calles de Armenia convertidas hoy en parqueaderos públicos ante la falta de autoridad.

Pero no solo en esta área Armenia se ha quedado rezagada. La ciudad no sale de la maldición de las “siete plagas” de la cual son responsables sus dirigentes, unos en la cárcel por corrupción y otros como sus actuales administradores arropados más que por la ineptitud por la falta de compromiso y responsabilidad con una ciudad que reclama a gritos acciones para salir de su desamparo, abandono y por ende de su atraso.

Armenia es una ciudad desorganizada en donde, por esa misma falta de autoridad, una gran mayoría de sus habitantes, de los miles que han llegado de otras partes y que han contagiado a los propios, hacen y deshacen, no acatan normas, deambulan por las calles con carretas sin ley ni Dios, en las esquinas sin importar el tránsito de vehículos, ubican ventas de frutas, de revuelto. Cada supermercado tiene a las afueras su galería propia, al igual que los almacenes y talleres se apoderan de los andenes y calles para ampliar sus ofertas comerciales.

No estamos siendo exagerados, eso lo vivimos a diario y parece que ese triste paisaje hace ya parte de nosotros. Nos acostumbramos a ver la ciudad desordenada en sus calles, llena de basuras, hemos asimilado su malos olores de sanitario público de indigentes y habitantes de la calle que se quedaron esperando una política pública que remediara su situación debatida en el concejo, anunciada a los cuatro vientos y, como muchos proyectos, perdida en la desidia de nuestro representantes en esa corporación. Y más aún, patrocinamos sin ningún ápice de respeto el trabajo y la mendicidad de niños, de jóvenes, de indígenas, de ancianos, de drogadictos que además son huérfanos de las instituciones creadas para velar por su bienestar, que solo sirven de fachada en sus hipócritas realizaciones y como fortines burocráticos de los dirigentes de turno, y que nosotros como cómplices realizamos su labor.

En lo económico avanzamos en los foros y en las mentes de quienes no padecen las afugias de una ciudad sin norte, sin empresas, con un emprenderismo que solo existe en las aulas de clase del Sena y de las universidades, cuyo compromiso académico con el progreso y crecimiento de sus egresados, y por ende de la ciudad, lo cuelgan del discurso de aquellos que nos meten el golazo de los foros como desarrollos empresariales e industriales.

En el campo político, por su parte, Armenia se quedó anclada. Los mismos con las mismas como dicen por ahí. Los politiqueros de siempre siguen manejando sus hilos desde la sombra, desde las cárceles, son los que ponen y quitan. En todo caso desde hace muchos años nuestra tierra está infértil de líderes con pertenencia, con ideas que la saquen de su cataclismo político y social.

Y si bien es cierto que los alcaldes corruptos están bajo las rejas, no es menos cierto que la administración municipal de Armenia que tenía el gran reto de corregir el camino torcido, no hizo más -porque ya se va a acabar y así termina- que crear falsas expectativas alrededor de proyectos que solo se ejecutaron en el papel de sus intereses politiqueros. Y los que se realizaron, no pasaron de ser programas de poca monta inflados por el mismo discurso de intereses políticos y personales.

Las calles principales llenas de huecos, de cráteres, algunas que dan pena ajena como la del centro de convenciones, las basuras, instituciones educativas fallidas en su reconstrucción, la movilidad vehicular son la muestra palpable de que Armenia carece de gerente, de administrador desde hace ya más de ocho meses. Eso sí, aprendieron del mandatario nacional de Colombia a echarle la culpa de sus incapacidades al ‘gobierno anterior’.

Y en lo que corresponde a la parte social, Armenia se debate entre la pobreza generada por el desempleo, el creciente y diario aumento de mendigos y de habitantes de calle cuya población se incrementa con una lamentable cantidad de jóvenes y niños drogadictos. Y agréguele las madres indígenas que utilizan sus niños para manipular la caridad ciudadana con la aprobación de la entidad que maneja a la perfección la oratoria sobre “protección” a los menores.

Armenia requiere urgentemente un líder que la saque del atraso, por ello los armenios no podemos desaprovechar la oportunidad de las próximas elecciones. Hay que analizar muy bien por quién vamos a votar tanto para el concejo como para alcaldía. No podemos seguir dejándonos manipular por unos dirigentes que ya agotaron su discurso, que ya se les cumplió, como dicen, el cuarto de hora y solo utilizaron el poder para llenar sus bolsillos y hundir la ciudad en la peor crisis política, económica y social de sus 130 años de historia.

 

 

 

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