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Editorial  |  28 enero de 2020  |  06:17 PM

El discurso de unidad de Roberto

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Nos agrada mucho el discurso de unidad que viene propalando el gobernador del Quindío Roberto Jairo Jaramillo Cárdenas, y el propio alcalde de Armenia José Manuel Ríos Morales, como todos los alcaldes de los municipios. Discurso al que se han plegado otros funcionarios y los miembros de las corporaciones públicas: concejos y Asamblea departamental.

La unidad ha sido un reclamo general de la población en el Quindío, luego de vivir las épocas de total ruptura entre los gobiernos de Armenia y el Quindío en las administraciones públicas de Luis Fernando Velásquez-Mario Londoño; Amparo Arbeláez-David Barros; Julio César López-Ana María Arango; y Luz Piedad Valencia-Sandra Paola Hurtado.

No mencionamos la administración siguiente, Carlos Eduardo Osorio-Carlos Mario Álvarez, porque esa aparente unidad se rompió rápidamente con el encarcelamiento del alcalde y la decisión del gobernador de no llamar a elecciones para reemplazarlo. Sin embargo, esos cuatro años también fueron perdidos en la unidad de trabajo para el desarrollo conjunto de la ciudad y el departamento. Y, bueno, con relación a los municipios, el gobernador Osorio trabajó con casi todos los alcaldes en su contra.

Lo cierto es que los políticos oyeron el clamor de los ciudadanos y empezaron el pasado primero de enero sus gobiernos con un discurso de unidad que, repetimos, es altamente positivo, en la medida en que no se convierta en una farsa, como suele suceder con casi todas las cosas que ofrecen los políticos en el alborozo de sus cargos nuevos, pues la mayoría de ellos parecieran seguir en campaña política.

Positivo el discurso de unidad, siempre y cuando este sea transparente. No solo la unidad de los gobiernos, sino sus acciones, especialmente la contratación de las obras de inversión y también las de funcionamiento. No olvidemos la unidad maravillosa de los alcaldes con la gobernación en el cuatrienio de la contadora Sandra Paola Hurtado. Tanto así, que los alcaldes decidieron no sacar la contratación pública a licitación, sino que se plegaron a los convenios interadministrativos con la Promotora de Vivienda, que les hizo las obras con sus contratistas direccionados a ‘dedo’ desde el ejecutivo.

Positivo el discurso de unidad, si ese discurso no es una cortina de humo para el ‘tape’ ‘tape’, para cobijarse juntos con el mismo manto de la corrupción, como suele suceder entre el ejecutivo y el legislativo, o en el caso del departamento y el municipio, los coadministradores, asamblea departamental y concejos municipales.

Positivo el discurso de unidad, si tiene voces discordantes en los entes creados para hacer control político. Porque si la unidad está dirigida a callar la posible oposición con el prurito de que no ‘nos distanciemos, no peleemos’, no sería más que una retórica del engaño y la traición al pueblo. Ninguna democracia pudo avanzar con el unanimismo, las democracias más desarrolladas, donde se controla y se expulsa la corrupción es aquella donde el disenso, la veeduría, el control político son la fortaleza.

Desde esta tribuna, anunciamos nuestro apoyo a la unidad política y ciudadana en aras de sacar adelante la ciudad y el departamento, pero, al tiempo, advertimos nuestro compromiso con el deber de toda casa periodística: la veeduría al desarrollo de los acontecimientos públicos. Y, por supuesto, la defensa del bien común, de los intereses ciudadanos y colectivos, por encima de los intereses particulares, que siempre son aliados de la corrupción.

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