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Editorial  |  18 noviembre de 2017  |  12:00 AM

Se va un obispo con gran sentido social

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Hay que reconocer los esfuerzos que hizo el obispo Pablo Emiro Salas Antéliz por la Diócesis de Armenia, en los tres años que estuvo al frente de este segmento administrativo de la Iglesia Católica colombiana. Reorganizó las parroquias, puso en marcha programas excelentes en la zona rural, con proyectos de producción campesina, reorganizó la empresa Jardines de Armenia, que administra el cementerio y que había caído en un delicado estado financiero, le dio dinamismo a la Pastoral Social, actualizó el Seminario Juan Pablo II y le hizo reingeniería a la Semana Santa.

Monseñor Salas abrió las puertas de su despacho a todos los cléricos, a las religiosas, diáconos y laicos de la región. Mostró que la iglesia debe modernizarse, de acuerdo con los postulados del papa Francisco, y está obligada a trabajar de cara a la gente y con la gente.

Una de las apuestas más importantes de moseñor Salas fue su posición clara, en todos los momentos de la vida pública del Quindío. Condenó y rechazó con vehemencia situaciones tan graves como el narco menudeo de drogas ilícitas, que viene provocando decenas de homicidios y suicidos de adolescentes y jóvenes en el departamento; y la polarización política, los odios entre los dirigentes y líderes de los partidos, que tanto mal le ha provocado a la región.

Su última intervención pública la hizo en el Tedéum de los 128 años de fundación de Armenia y fue clarísimo en sus conceptos sobre la necesidad de reconciliación que tiene el país y la región. Estamos de acuerdo con el obispo, cuando decía que el país está descuadernado, hay muchos analistas, pero no encuentran el camino. Tenemos una tarea inmensa, necesitamos reconciliar este país, nos dijo este hombre de Dios, y explicó con sencillez que las ofensas a los hermanos, es decir la violencia contra ellos, es una ofensa a Dios.

Ahora que se va de Armenia el obispo para empezar un nuevo periplo religioso al frente de la Arquidiócesis de Barranquilla, vale la pena reflexionar sobre el mensaje que nos dejó el pasado 14 de octubre. "Necesitamos comenzar por reconciliarnos, en un ejercicio personal y de forma comunitaria. Mirarnos a nosotros mismos, ¿cuál ha sido mi parte?, como ciudadano, como cristiano, como dirigente, como ministro de Dios, ¿cuál ha sido la parte de cada uno para poder entender cómo hacemos parte de la solución?”

Ejemplar también su indeclinable decisión de seguir los postulados del papa, cuando en su visita a Colombia abogó por la paz. "Déjate abrazar, recibe el perdón que te están ofreciendo, no sigas marcando las distancias, no sigas levantando muros, no sigas levantando puentes, no persistas en la actitud de ayer, pasa la hoja, déjate reconciliar, no le temas a la verdad ni a la justicia”.

"Que nazca en los cerebros de los quindianos una conciencia nueva, un corazón nuevo, una actitud nueva". Este mensaje del obispo es un legado que debemos acatar y poner en marcha, si queremos una región diferente, reconciliada y mirando con unidad hacia un nuevo horizonte.

Manifestamos nuestro agradecimiento a monseñor Salas Antéliz, por su posición de hermandad y amor con los religiosos y los feligreses del Quindío, por su apertura al asistir a las reuniones de las diferentes religiones para construir caminos ecuménicos de paz y reconciliación, y por su posición firme, al decirles la verdad a los gobernantes y políticos del Quindío.

Le deseamos, de todo corazón, éxito en su nueva misión pastoral, que no es fácil por lo complicado que es una Arquidiócesis tan grande como la de Barranquilla, pero que, seguramente, sacará adelante con su inteligencia y su profundo sentido social.

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