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Editorial  |  05 junio de 2020  |  12:56 AM

Derrotar la incertidumbre

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No puede pasar inadvertida la cifra revelada por el Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas, Dane, el viernes anterior, en la que Armenia llegó a un 24,1% de desempleo, y se ubicó como la tercera ciudad colombiana con mayor tasa de desocupación en el último trimestre móvil, febrero-abril, según el informe de mercado laboral. Este dato nos llena de incertidumbre, condición que debe despejarse si se quiere avanzar en una segura reactivación social y económica en los próximos meses.

Las consecuencias en la Ciudad Milagro, como reflejo del Quindío, de las medidas de confinamiento por la crisis sanitaria de la pandemia obligan a prender las alarmas, porque si no se actúa de manera rápida y acertada, los efectos serán devastadores para una economía que no venía en su mejor dinámica, a pesar de las buenas proyecciones de sectores como el turismo, jalonador de desarrollo en las últimas tres décadas en el departamento.

De acuerdo con el reporte del Dane y que fue desglosado por El Quindiano, para el mes de abril de 2020, la tasa de desempleo del total nacional fue 19,8%, lo que significó un aumento de 9,5 puntos porcentuales frente al mismo mes del año pasado (10,3%) y la tasa global de participación se ubicó en 51,8%, lo que representó una reducción de 10,4% frente a abril del 2019 (62,2%).

A su vez, la de ocupación fue 41,6%, presentando una disminución de 14,2 puntos porcentuales respecto al mismo mes del 2019 (55,8%), mientras que en el trimestre móvil febrero-abril de 2020, las ciudades que registraron las mayores tasas de desempleo fueron: Neiva, 25,8%; Ibagué, 25,1%, y Armenia, 24,1%, en la que la tasa global de participación fue de 52,8% y la de ocupación 40%.

Para los expertos, si el comportamiento persiste con estas cifras desalentadoras, el desempleo podría llegar a finales de 2020 a niveles históricos y difíciles de subsanar, en una región que por años ha sido golpeada por las reiteradas caídas de los precios del café, desastres naturales como el sismo de 1999 y fenómenos sociales que han contribuido a ser una zona con altos índices de desocupación.

Es inquietante para la economía regional que el presidente Iván Duque haya extendido la cuarentena hasta finales de junio, decisión comprensible y que responde a salvaguardar la salud y vida de los ciudadanos, pero que aumenta el nerviosismo porque ha sido claro que el efecto del primer mes de aislamiento en Armenia, abril, fue ruinoso.

Además, aumenta la ansiedad de saber la lectura de mayo, pues fue en ese mes cuando se desvelaron varias intenciones de sectores que anticiparon el cierre de sus actividades económicas. Un ejemplo, lo informado por el estudio de la Cámara de Comercio de Armenia y del Quindío, Ccaq, en el que se avizoró el cierre del 31% de negocios turísticos, de 307 empresarios consultados, debido al impacto negativo de las medidas por el Covid-19.

No más alentadora es la evolución de los casos en esta parte del país, que de acuerdo con el ministerio de Salud y Protección Social ya suman 119 contagios a 4 de junio de 2020, mientras que en Colombia los infectados llegan 33.354; recuperados 12.288 y 1.045 vidas perdidas. Colombia llegó a un promedio diario de 50 muertos, lo que aumenta la preocupación.

Así las cosas, y aunque el gobierno decretó el aislamiento preventivo obligatorio hasta el 30 de junio, lo cierto es que la mayor parte de los sectores empezó el proceso de desescalada desde este lunes 1 de junio, situación que si no es asumida con responsabilidad desencadenaría un explosión de contagios y una inevitable orden de confinamiento drástico, mandando por un abismo cualquier estrategia de reactivación y por consiguiente vaticinaría un inminente escenario económico y social, con características catastróficas.

En este sentido, la incertidumbre es más evidente y es la palabra con la que, no solo los economistas sino la gente de a pie, define el actual estado de cosas. La vida y el futuro de miles de familias está en riesgo y es menester de los gobernantes, congresistas, gremios, academia y sociedad civil en general, contraer responsabilidades para equilibrar la salud y la economía, en la labor de desescalada, al cumplir ante todo y sin excusas las recomendaciones sanitarias como el uso correcto de tapabocas, el distanciamiento social y los hábitos de higiene.

Mitigar la inseguridad generada en la sociedad y las empresas es tarea dispendiosa, por lo cual los líderes de la región deben iniciar ya con brindar confianza, a través de un plan de choque claro y audaz, que permita reducir en los meses siguientes el desbarajuste económico causado.

Aprovechar, como lo hemos indicado en estas líneas editoriales, la condición de ser una de las Zonas Económicas y Sociales Especiales, Zese, del país, que incluye la constitución de actividades de industria, agropecuaria y comercial, entre ellas el turismo, es una oportunidad que pocas regiones poseen, y con ello se puede coadyuvar a proteger y a generar más puestos de trabajo.

Insistir en la terminación y puesta en marcha, al menos de la primera fase del Cruce de la Cordillera Central, Túnel de La Línea, para potencializar la ubicación estratégica de la región y su Zona Franca, es tarea inexcusable de la clase parlamentaria y dirigente, porque la infraestructura es uno de los motores del resurgimiento económico.

El Gobierno Nacional ha lanzado varios salvavidas, como las líneas especiales de créditos, los subsidios a la nómina y a la prima, aunque se requieren otras estrategias nacionales y unas específicas desde la región. Hay que echar mano de las herramientas existentes y brindadas por la administración central de Duque para de esta manera despejar los rumores de despidos, cierres, cancelaciones o renegociaciones de contratos formales hacia tercerizaciones laborales, hechos que tienen que ser vigilados sin pretextos por la Territorial del ministerio de Trabajo, para evitar abusos y explotación laboral. Eso aporta a bajar el alto nivel de desconfianza.

En consecuencia, es momento para que los empresarios demuestren su calibre y defiendan su recurso humano, para no ser inferiores al reto con decisiones que vayan en detrimento de las condiciones laborales de sus empleados, porque es con ellos que van a darle un nuevo empuje a sus organizaciones. Así se darán pasos firmes para erradicar la incertidumbre, enemiga de la reactivación, y que hoy está más irrigada que el mismo coronavirus. Evitar una catástrofe humana, social y económica, tiene que unir a la región. ¿Estamos listos para este desafío?

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