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Editorial  |  02 diciembre de 2017  |  12:00 AM

La restricción de movilidad en moto

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El jueves 30 de noviembre fue una de las noches más tranquilas que ha vivido en los últimos años la ciudad de Armenia. Desde las seis de la tarde de ese día, no hubo motos en las calles de nuestra urbe, excepto unos cuantos despistados, 30 o 40 que se hicieron sancionar por la autoridad de tránsito. Había una orden del alcalde de la ciudad: no transitar entre las seis de la tarde de ese jueves y las cinco de la mañana del día siguiente, el viernes primero de diciembre. Por eso, las calles se vieron despejadas y los ciudadanos sintieron la tranquilidad del efecto de las motos guardadas.

La medida se tomó para prevenir los desmanes que en años anteriores han ocurrido en la ciudad, de la mano de motociclistas que recorren las calles a altas horas de la noche y la madrugada en una fecha como esta, dándole la bienvenida al mes de diciembre, la época de la Navidad, la fiesta y la alegría. En los últimos cinco años, por lo menos, lo que habíamos presenciado era un desorden vergonzoso: pólvora, maizena en la cara y los cuerpos de los transeúntes, ruidos de motociclistas, licor, acrobacia y carreras de motos, escándalos públicos, heridos y muertos.

La decisión del alcalde, este año, fue muy acertada. No fue contra los motociclistas, sino en favor de ellos, de sus vidas, de su dignidad y su alegría en diciembre. Porque con esa medida se salvaron vidas y se propició el ejemplo del buen comportamiento, como elemento sustancial en la convivencia pacífica.

No son todos los que participan de estas actividades grotescas, pero sí un gran número, y por tal razón son necesarias medidas como la adoptada por el alcalde. Los motociclistas no deben sentirse mal, ni discriminados, ni apabullados con la medida, por el contrario, deben de considerar este tipo de actuaciones del ejecutivo municipal como un llamado a la reflexión con relación a su comportamiento.

Los ciudadanos todos somos muy buenos para reclamar nuestros derechos, pero nos olvidamos de nuestros deberes. Cuando reconozcamos en nuestras conciencias que son mucho más importantes los deberes que tenemos frente al buen comparamiento para con la ciudad, con el otro, con la familia, con el vecino, entonces no habrá necesidad de restringir los derechos, como el de movilidad en moto que se asumió por parte del alcalde el pasado jueves.

La restricción del jueves y viernes en la madrugada, es un ejemplo de cómo controlar los desmanes. En lo que resta de este año, es posible tomar medidas parecidas, para evitarnos dolores de cabeza, lamentos de familiares y amigos de aquellos que piensan en el libre albedrío de las motos en la ciudad. Y el próximo año, las normas deben de ser mucho más drásticas, cuando vengan los partidos de la selección colombiana de fútbol en el mundial de Rusia 2018.

Miremos al motociclista como un amigo, como un ciudadano confiable, como una persona que reconoce sus deberes, pero, al tiempo, apoyemos al alcalde, no bajemos la guardia en esta Navidad y Año Nuevo, para que en la misma proporción bajen los muertos, los heridos y los amputados por culpa de los desaforados en el manejo de las motocicletas.

 

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