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Editorial  |  09 diciembre de 2017  |  08:43 AM

Un congreso de elogios mutuos

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El Congreso Cafetero realizado en Manizales no fue otra cosa que una reunión de elogios mutuos, cuando los pequeños y medianos caficultores del país ven cada vez con más pesimismo el futuro de sus fincas. En el negocio de cultivar café no hay rentabilidad, es un ejercicio económico a pérdida, esa es la realidad.

Sin embargo, los informes del gerente general, el discurso del presidente Santos, las conclusiones de algunas comisiones, dicen lo contrario. Mientras la rentabilidad del negocio siga estancada en los intermediarios, las multinacionales y los vendedores finales de la bebida en puestos de comercio, la caficultura mantendrá un gran riesgo de producción.

La producción de café no es rentable con precios de $80.000 por arroba. Esa rentabilidad sería positiva solo con $100.000. Los márgenes de ganancia con el primer precio mencionado son mínimas, lo que no justifica los grandes esfuerzos de los propietarios pequeños y medianos. Y qué decir cuando ese precio es menor a los $80.000. Por eso, pensar en aumentar la producción, como lo proponen los dirigentes del gremio, no es una política acertada.

No se trata de producir más, sino de mejorar el precio, así la producción se mantenga en 14 millones, o baje a 12 millones. Por el contrario, si nos atenemos a la teoría de oferta y demanda, podríamos afirmar que el precio se puede caer con más producción, así sigamos hablando de un crecimiento mundial de la demanda. Es decir, el esfuerzo de los caficultores sería mayor y la compensación peor.

De todos los discursos de elogios que fue el Congreso Cafetero, hay que destacar algunos apartes de la llamada Declaración Cafetera, que trató de mostrar algunas de las realidades que vive esta agroindustria en el país. Se reclamaron reglas para una regulación clara, confiable y estable, como una infraestructura y apoyo a la productividad con recursos públicos. Y de la Federación, se reclamaron herramientas de vanguardia, apoyo técnico y soporte de mercado. “No nos llamemos a engaños, los cafeteros debemos concurrir con mucha fuerza en la apropiación de las nuevas tecnologías, en superar nuestros estadios empíricos”.

Se abogó por el pronto establecimiento de un Sistema de Seguridad y Salud para los trabajadores del campo, pues hoy se desconoce por completo la realidad de una actividad que se desarrolla bajo el sol y el agua. Y un tema muy delicado, se denunció en esa declaración que el 15% de la contribución cafetera va para los pensionados de la Flota Mercante Gran Colombiana. Se ha pedido al gobierno ayudar a asumir esta carga que ha dejado dicha empresa a los cafeteros.

Y una verdad de a puño, en esta declaración: Con esta actividad, “nadie se está enriqueciendo, por el contrario los estrechos márgenes de rentabilidad del negocio ponen cada día a más cafeteros en la angustia desde el primer día de la semana a hacer la gimnasia financiera para llegar con el pago de los trabajadores de la semana siguiente”, contrario a lo que creen algunos altos funcionarios de la Federación y gran parte de la prensa y comentaristas del tema cafetero en Bogotá.

Y nos trae este interesante dato: “Más del 70% de los costos de producción son pagos de la mano de obra, las fuertes lluvias de comienzo de año en varias regiones del país hicieron que se disminuyera la cosecha del último trimestre de este año hasta en un 40% y lo que es más grave aún la cosecha del primer semestre de 2018 se verá seriamente afectada, pues las floraciones de los cafetales han sido casi inexistentes”.

La declaración final de los cafeteros pide innovaciones en el sector, con lo que estamos totalmente de acuerdo. Dice al final la declaración “Un pilar fundamental de la nueva estrategia y de nuestra existencia futura, estará anclado en la capacidad que tengamos de crear nuevas realidades e innovar. La velocidad del cambio del mundo moderno y los avances tecnológicos se convierten en un reto adaptativo de grandes dimensiones que implicará una nueva mentalidad y cultura empresarial de los agremiados y por supuesto de la Federación misma. Muchos de los negocios que hoy conocemos, están en riesgo de desaparecer en pocos años porque no están analizando las nuevas tendencias del consumidor y del mercado, eso no nos puede pasar a nosotros los cafeteros, debemos entender el fenómeno y montarnos en la ola, no dejarnos atropellar por ella”.

Sí, hay que innovar y no permitir que este negocio siga en riesgo, como lo está, y para eso se necesita mucho más apoyo, y el mejor apoyo que debe brindar la Federación y su dirigencia es buscar un precio más rentable, por encima de los $80.000 por arroba, y con estabilidad. De lo contrario, por más esfuerzos que se hagan, ese riesgo en que está la caficultura podría convertirse rápidamente en un gran fracaso del sector.

 

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