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Editorial  |  02 noviembre de 2020  |  12:00 AM

Corrupción en la cultura del Quindío

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La cotidianidad desajustada a veces logra invertir el orden de valor y es por ello que a muchos ciudadanos nada de lo común parece pertenecerles y son tomados por la indolencia. Uno puede escuchar el lamento diario frente a la dura situación que se vive, y sin embargo, cuando se toman acciones para poner en evidencia los malos manejos de lo público, quienes se atreven a pedir que termine lo corrupto, quienes abogan por un juego limpio, de inmediato son atacados, criticados y llamados perseguidores, o personas llenas de resentimiento o de odio.

Quienes tienen el valor civil para instaurar denuncias, se someten a ser maltratados, pues, por alguna extraña razón en nuestra sociedad, se protege el delito, la falta a la ley, la trampa, el abuso, la desvergüenza.

Los expertos en politiquería, en tramposas rutas para vivir parasitando con el erario público, rápidamente salen al paso con comités de aplausos conformados por incautos ciudadanos que se dejan manipular por pésimos líderes, esos mismos que están en capacidad de continuar perpetuando la pobreza de quienes los aplauden. Hace muchos años el Quindío está tomado por movimientos politiqueros, y éstos han logrado, no sólo un estancamiento de nuestro departamento, sino también un retroceso en todos los frentes de la economía, de la idiosincrasia y de la cultura.

El sector de las artes no se ha librado de tan duro flagelo y sufre las consecuencias día a día. Un grupo de mal llamados líderes en el sector arman paquetes en cada campaña y se reparten la vocería para negociar con uno y otro candidato. En el terreno se puede ver cómo luego se juntan para salir con los mismos zancos, las mismas chirimías e iguales los muñecos. Da tristeza por el Quindío que éste sea el común denominador cada cuatro años, es un cáncer que parece hacer metástasis.

Durante muchos años estos líderes de dudosas intenciones lograron instalar en el imaginario colectivo que dos entidades se llevaban la mayor parte del presupuesto para cultura en Armenia y el Quindío, pero esto al final resultó siendo una mentira, pues los presupuestos públicos para cultura durante los últimos años fueron secuestrados por esos entramados politiqueros, en los cuales los ya mencionados líderes han sido protagonistas.

Gracias a una investigación realizada este año por el equipo periodístico de EL QUINDIANO, salió a la luz pública la contratación de la Corporación de Cultura y Turismo de Armenia y la Secretaría de Cultura del Quindío, durante los periodos 2012 a 2015 y 2016 a 2019, tomando como fuente la información disponible en el SECOP I (Servicio Electrónico de Contratación Pública).

Una consecuencia de esta dinámica politiquera y corrupta es la imputación de cargos por parte de la Fiscalía General de la Nación por el delito de peculado culposo en concurso heterogéneo con uso de documento falso, al ex secretario de cultura Luis Fernando Echeverri Parra, quien estuvo en este cargo entre enero y abril de 2014.

Se conoció también la formulación de cargos contra Diana Marcela Rodríguez Herrera, quien fue directora de la Corporación de Cultura y Turismo de Armenia desde el 1 de enero hasta el 19 de octubre del presente año, por presuntamente incurrir en el delito de contrato sin cumplimiento de requisitos legales en concurso homogéneo, en la suscripción de tres contratos de prestación de servicios profesionales con tres entidades sin ánimo de lucro, en los que presuntamente se vulneraron los principios de transparencia, responsabilidad, economía, selección objetiva, planeación, moralidad e imparcialidad.

Muchas han sido las manifestaciones de rechazo en redes sociales, aludiendo a la integridad personal y capacidades profesionales de Diana Rodríguez. Esto no se pone en duda. Quizás su error fue haber entrado a una entidad que históricamente se ha caracterizado por manejos poco transparentes de los recursos públicos para el arte y cultura del municipio. En este sentido, llama la atención que la ex directora, a pesar de los antecedentes de irregularidades de contratación de Corpocultura en anteriores cuatrienios, haya decidido continuar contratando este año de forma directa.

Por ejemplo, uno de los contratos hoy investigados por la Fiscalía, el Nº 021 de 2020, fue suscrito con la Corporación Orígenes, cuyo representante legal es Andrés Carvajal, quien también ha sido miembro de la Junta directiva de Corpocultura. Es decir, ha sido juez y parte, al integrar el órgano rector de Corpocultura, y al mismo tiempo, contratar con esta entidad, lo cual constituye una violación al código ético de Corpocultura, y posiblemente también a la ley.

Esta situación constituye la punta del iceberg de la corrupción que se ha tomado a Corpocultura, por lo menos durante los últimos tres gobiernos, y que amerita investigaciones por parte de los entes de control.

Lo anterior quedó evidenciado en la investigación realizada por EL QUINDIANO para la elaboración del artículo “Corpocultura, una entidad con contratistas de planta, un monopolio del arte en Armenia”, publicado el pasado 26 de mayo, que puede verse en el siguiente enlace:

https://www.elquindiano.com/noticia/19057/corpocultura-una-entidad-con-contratistas-de-planta-un-monopolio-del-arte-en-armenia-segunda-entrega

Surge entonces la pregunta, si existen indicios comprobables de malos manejos del recurso público en el pasado, que han sido señalados por varios medios de comunicación y se constituyen también en una queja generalizada en el sector artístico y cultural de Armenia, ¿por qué Diana Rodríguez no se distanció de dichas prácticas viciadas?

Fue un gran error que continuara permitiendo la modalidad de contratación directa de forma generalizada, pues siguió dando vía libre a lo que ha existido por años en Corpocultura: falta de transparencia en los procesos contractuales, inequidad en la distribución presupuestal y favorecimiento a unos cuantos “contratistas de planta”.

A pesar de que se llevó a cabo la Convocatoria Pública Municipal de Concertación, la contratación directa fue protagonista de nuevo en las Fiestas Aniversarias de Armenia 2020, celebradas hace tan sólo una semana, lo cual será incluido en la revisión y análisis para una próxima entrega de nuestro informe especial.

Vale la pena invitar al sector cultural a que se pronuncie ante los casos de corrupción e inequidad en la distribución presupuestal. Que exista mayor comprensión acerca de que los funcionarios del Estado tienen la responsabilidad de hacer buen uso de los recursos públicos, y no ocupan un cargo para ayudar a los ciudadanos, sino que están cumpliendo un deber.

Es importante que cada vez haya más reflexión y menos comités de aplausos promovidos por turbios liderazgos que impiden la implementación de políticas culturales que propendan por el desarrollo cultural de Armenia y el Quindío. Ojalá que el cáncer de la corrupción no continúe carcomiendo a este sector cultural, doblemente golpeado este año por la pandemia y por la recurrente escasez de recursos gubernamentales.

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