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Editorial  |  18 enero de 2021  |  12:07 PM

La revocatoria del alcalde

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Se ha inscrito el Comité de Promoción de la Revocatoria del alcalde de Armenia José Manuel Ríos Morales, por un grupo de ciudadanos que han manifestado su oposición al actual mandatario. La inscripción del Comité ante la Registraduría es apenas el primer paso de un procedimiento largo y complicado.

La revocatoria es una figura que incluyó la Constitución de 1991, como un mecanismo de participación ciudadana, lo que hace muy interesante el tema, pero repetimos, muy complicado por las exigencias que tiene.

Para que la aprobación del mecanismo de revocatoria funcione, se hace fundamental la evaluación del programa de Gobierno que el alcalde llevó a la Registraduría al momento de inscribir su nombre como candidato. Dicho programa se convirtió después en el Plan de Desarrollo del Municipio de Armenia y, por tanto, este será el objeto de la evaluación.

En ese sentido, los promotores de la revocatoria tendrán que demostrar ante la Registraduría que ese programa se ha incumplido. Y, para tal fin, tendrán que asistir a una audiencia pública con el propio alcalde, quien tiene el derecho a defender su plan de gobierno y a demostrar sus realizaciones. Si este paso se omite, se podría incurrir en una irregularidad. 

Si todo esto les prospera a los promotores, lo que sigue será recoger las firmas que soporten la convocatoria a las elecciones para la revocatoria. Esta parte tampoco será fácil, pues se necesita el 30% de las firmas del total de votos que obtuvo el alcalde, es decir unas 9.710, pues el alcalde logró 29.131 sufragios para ser elegido. 

Recoger firmas ahora, en medio de la pandemia del Coronavirus, no será nada fácil, pues la gente no está predispuesta para ofrecer su tiempo a este menester, con el riesgo de contagiarse. Y, además, no hay que olvidar que por lo menos de tres firmas que se obtienen, dos no se contabilizan porque resultan ilegales. Esto quiere decir que el número de firmas que se deben recolectar debe de ser cerca de 30.000.

Si prospera lo de las firmas y la Registraduría las avala, se puede convocar a elecciones para revocar o no el mandato del alcalde, y aquí hay tres elementos que están en juego:

Primero, para que el resultado sea válido, se debe obtener por lo menos el 40% de los sufragios de la votación válida registrada en la elección del mandatario. No olvidemos que en esa fecha, los votos válidos fueron 119.658, lo que significa que el 40% corresponde a 47.863 votos. 

Segundo: El problema de la pandemia, a pesar de la vacuna, no habrá sido superado del todo, dentro de 10 meses, cuando, posiblemente, se convoquen estas elecciones de revocatoria. En esos 10 meses, el alcalde puede haber recuperado su credibilidad porque tiene más recursos disponibles para cumplir sus promesas, por una parte, y, por otra, mucha gente no estaría dispuesta a salir a votar cuando los peligros de las aglomeraciones como elemento de contagio aún están vigentes.

Tercero: La mayoría de los votantes de la ciudad están en las propias administraciones públicas, orientadas por la contratación, y, en el caso del municipio, seguramente saldrán a votar a favor del alcalde. No hay que echar en saco roto que el segundo candidato más votado en las elecciones pasadas fue el voto en blanco, que aquí se puede repetir.

Pero el análisis va mucho más allá. Si gana el voto en favor de la revocatoria, se tendrán que convocar elecciones para elegir un nuevo alcalde, y eso será en el 2022. Mientras tanto tendremos otro alcalde encargado. Es decir, el nuevo alcalde elegido se posesionaría a mitad de ese año, le quedarían solo 18 meses de mandato. En ese tiempo sería muy poco lo que podría hacer por la ciudad, si es que la maquinaria enquistada en el poder no vuelve a elegir uno de los suyos, que es lo más seguro.

El panorama que tenemos es el siguiente: con la revocatoria perderíamos estos cuatro años, casi que completos, sin poder avanzar en nada absolutamente en una ciudad sumida en miles de problemas. A Ríos le quedan tres años y, por lo menos, albergamos la esperanza de que haya aprendido la lección en este primer año y pueda asumir una dirección correcta en su administración.

La pregunta que nos hacemos es la siguiente: ¿Vale la pena promover la revocatoria del alcalde, para quedar en las mismas circunstancias o tener un resultado peor? ¿No sería mejor darle la oportunidad al alcalde Ríos de reorientar su gobierno y tratar, en estos tres años, de solucionar algunos de los graves problemas que tiene la ciudad?

Las revocatorias de los alcaldes en Colombia han sido producto de una calentura política. Solo una revocatoria ha prosperado, de casi dos centenares de propuestas en este sentido, sobre alcaldes y gobernadores, desde que existe la figura. 

En nuestro criterio, el comité constituido para revocar el mandato al alcalde, debería de trabajar, mejor, para las elecciones del 2023, preparando su gente, buscando candidatos con criterio, conocimiento y honestidad, en aras de recuperar la confianza en la política y concientizar al ciudadano de la importancia de votar bien.

Mejor que buscar una revocatoria sería trabajar todos los mecanismos posibles para elegir bien, para elegir mejor, para que la gente no se equivoque al momento de escoger el próximo alcalde, de lo contrario, tendríamos que repetir la historia y volver a hablar, dentro de 4 años, de una nueva revocatoria de mandato en Armenia.

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