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Editorial  |  17 diciembre de 2017  |  12:00 AM

La innovación se incuba en el vientre de la madre

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No hay que confundir ciencia con tecnología ni a estas con innovación. La realización en Armenia, la semana pasada, de la Primera Muestra Empresarial de la Industria de las Tecnologías de la Información y la Comunicación, dejó un maravilloso sabor de trabajo juvenil en estas áreas, pero también una sensación de creer que la ciencia está reducida a la tecnología y que esta es la única forma de innovación.

La ciencia está encaminada a obtener conocimientos. Es un proceso para conocer la verdad, a través de la objetividad y el rigor. En tanto, la tecnología es una derivación de la ciencia para solucionar problemas en forma racional, esto es, la tecnología busca la eficiencia.

Ahora bien, la innovación puede estar en la ciencia, en la tecnología, pero también en muchas otras cosas más que realiza el ser humano. Los poemas de Rubén Darío fueron una innovación en su tiempo, tanto que fue catalogado como el padre del modernismo literario en América. Gabriel García Márquez innovó en la literatura con Cien años de soledad y su realismo mágico. Hace cien años el bolero era una novedad. Y hace muy poco, el cantautor Carlos Vives innovó con sus vallenatos electrónicos y orquestados.

De manera que no hay que perder de vista el concepto de innovación, como estamos haciendo en varios escenarios del Quindío, que queremos verlo solo en la eficiencia que nos propende cada día el uso de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación.

Hay innovaciones fantásticas en el Quindío, que no hemos apoyado lo suficiente. Por ejemplo, un señor que inventó una parrilla para asar al mismo tiempo seis arepas, en vez de una como hacen las señoras que realizan esta labor en las calles o las decenas de asaderos que hay en el Quindío. O el publicista que creó las artesanías de la borra del café, o aquellos artistas que cada vez innovan más con el uso de la guadua.

La innovación es un despertar de la inteligencia, de los sentidos, es introducir novedades a un proceso conocido. Hay entrenadores de fútbol innovadores, que ponen en la práctica novedades que ofrecen buenos resultados. De manera pues que dejemos de reducir la innovación al tema de las Tics, y mirémoslo como un uso inteligente en todas las actividades del ser humano.

Le oímos decir al gobernador, esta semana que termina, y a propósito de la muestra empresarial denominada Ofertic 2017, que para contribuir con la innovación y el desarrollo de esta a través de las Tics, le había propuesto a la Asamblea Departamental convertir la dirección de las Tics en el departamento, en una secretaría. En realidad, eso no mejoraría la innovación ni las Tics, solo sería una disculpa para aumentar la burocracia.

La innovación, la creatividad, el desarrollo de la inteligencia, para la vida y para la convivencia pacífica en la sociedad, empieza en el vientre de la madre y en la atención al niño en los primeros seis año de vida, desde el momento en que se concibe. Es ahí donde se debe trabajar con mayor empeño la innovación, el cultivo de la creatividad y la inteligencia. Y para tal fin, es necesario hacer una intervención directa y total en este núcleo de población.

Lo demás es importante, pero queda aislado, solo para aquellos muchachos que por su condición social o por un trato idóneo en su hogar, tuvieron la fortuna de crecer dentro del vientre de una madre amorosa, cariñosa, que les prodigara los estímulos necesarios al nacer y durante los cinco años siguientes. Los demás niños, difícilmente pueden cumplir estas metas.

De manera pues que más que invertir en burocracia con nuevas secretarías, hay que orientar los recursos hacia los niños de cero a cinco años, donde verdaderamente puede incubarse la ciencia, la tecnología y la innovación.

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