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Editorial  |  20 abril de 2021  |  07:30 AM

La orfandad de los bolos

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El gobernador del Quindío Roberto Jairo Jaramillo decidió unilateralmente descartar la construcción de las pistas de bolo para uso público, que se había previsto desde el gobierno anterior con designación de un presupuesto de $15.000 millones de pesos por parte del gobierno nacional en el paquete de obras para los Juegos Deportivos Nacionales que se realizarán en el Eje Cafetero en 2023.

El principal argumento del gobernador estuvo centrado en ‘la incapacidad’ del gobierno para hacer el mantenimiento de dicho escenario, apenas estuviera construido, pues, según el mandatario seccional, eso tiene un costo mensual de $50 millones de pesos. (Ver: https://www.elquindiano.com/noticia/26018/confirmado-no-habra-bolera-publica-en-armenia).

Esa decisión del gobernador, asesorado seguramente por su oficina de Indeportes, no solo es nefasta para el deporte de la región, sino que representa una cobardía frente a los retos que propone la administración pública. Si ese es el argumento, ningún escenario deportivo, ni cultural, ni turístico podrá volverse a construir en el Quindío. El estadio Centenario de Armenia, máximo escenario de Armenia, no alcanza a recaudar, por su alquiler, ni siquiera la mitad del dinero que vale su mantenimiento. Y lo mismo sucede con el coliseo del café.

Hay que entender que este tipo de escenario debe de tener una financiación estatal, que patrocine la recreación y el deporte colectivo, y no salir con el argumento cobarde de que no ‘queremos dejarle a la ciudad un elefante blanco’. No, señor gobernador y señores de Indeportes. Dígannos de un escenario deportivo en Armenia que sea rentable. ¿Las canchas de El Edén? ¿La pista atlética?

El único escenario deportivo que podría ser rentable o, por lo menos, podría recaudar mensualmente para su mantenimiento y subsistencia, sería una bolera pública, como la que se había proyectado desde el gobierno anterior. Armenia es una ciudad de bolos, lo demuestra la medallería abundante que ofrece este deporte al departamento. No hay en el Quindío un deporte que le ofrezca a la región más medallas y más renombre nacional e internacional que los bolos. Le mintieron, señor gobernador con la cifra de $50 millones mensuales, todos los cálculos de los que saben sostienen que no son más de $25 millones.

La bolera pública podría construirse con la proyección que se han levantado boleras en Bogotá, Medellín y Cali, que no solo financian su mantenimiento, sino que son rentables. Es necesario pensar en algo más allá que las pistas por donde rueda la bola y se paran los pines, hay que construir un complejo que ofrezca la actividad deportiva, pero también recreativa y social.

Alrededor del juego de los bolos hay muchas actividades, la principal, sin duda, el deporte. Pero también es recreativa, muchas gentes ponen en su agenda vespertina o nocturna el juego de bolos como una diversión entre amigos. Y, por supuesto, un encuentro social de familias, empresas, compañeros, y hasta señoras de los costureros.

Por eso, la bolera pública debe ser un escenario con las pistas, pero también con locales para comercios de comidas, bebidas, ropas deportivas, y similares, que generen renta para el mantenimiento. Unas pistas suficientes para ofrecerlas a un bajo precio como sitio de recreación al público en general, lo que daría otra fuente de renta. Un sitio permanente de torneos regionales, nacionales e internacionales, un verdadero atractivo turístico para los nuestros y para los que visitan nuestra ciudad.

El otro argumento es que Comfenalco construye otra bolera en su parque de Recreación, y para qué dos boleras. Ese concepto es completamente equivocado. La bolera de Comfenalco es para sus afiliados, en un sitio distante de la ciudad, en un lugar cerrado, a donde no tiene acceso todo el mundo. Serviría para los juegos deportivos del 2023, sí, pero no sería una bolera pública.

La decisión de descartar la construcción de la bolera pública en Armenia por parte del gobernador, no solo es una cobardía frente a los retos de futuro, sino mantener en la orfandad al deporte de los bolos, que le ha dado las más grandes glorias al Quindío.

Si hay $15.000 millones de pesos para esa obra, ¿por qué desecharlos? Infortunadamente, a ningún directivo de la Liga de Bolos se le consultó la decisión de descartar la construcción de las pistas públicas. Todos estaban esperando ser convocados para mirar cómo se iba a hacer la obra, cuando fueron sorprendidos con la noticia del descarte, que se traduce en desastre.

Señor gobernador, estamos a tiempo de corregir los errores, de enmendarlos, oyendo a los que saben, aquellos que durante 50 años han jugado bolos, administrado sus pequeñas pistas, patrocinado a sus jugadores y luchado a brazo partido porque esta actividad siga siendo un excelente deporte, una sana recreación y un bello encuentro social y familiar en el Quindío.

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