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Editorial  |  21 diciembre de 2022  |  12:00 AM

Los regalos del contratista, que entrega el ‘honorable’

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En Armenia y el Quindío en general transcurren las novenas del Niño Dios en completa calma en donde los más beneficiados y felices son los niños.

A los diferentes barrios populares de Armenia, de los municipios y veredas del departamento llegan desde el pasado 16 de diciembre cientos de regalos que son repartidos a los pequeños después de los rezos y cantos muchos acompañados de galletas navideñas y otros de la tradicional natilla y buñuelos.

La mayoría de regalos llevan un stickers con el nombre del "Honorable" diputado o el “Honorable” concejal que lleno de "bondad”, “generosidad”, “dulzura” y “buen corazón” colma de alegría a los niños y los hogares de los sectores más necesitados del departamento y de su ciudad capital.

Los regalos, las galletas navideñas, la natilla y los buñuelos son adquiridos con los dineros que los “honorables” exigen cada año a los cientos de contratistas de las administraciones departamental y municipales. Inversión que hacen los contratistas a través de disfrazados bonos, rifas o simplemente en efectivo. “Aporte” con el que deben cumplir para que su “honorable” padrino político los tenga en lista para los renovados –vergonzosos- contratos de 4, 3, 2 y hasta de un mes en los puestos en los que muchos sin control o requisito alguno llegan a ocupar, solo tienen que aportar su presencia y el stickers de su “honorable”. ¡Ah! se me olvidaba, la empacada, los stickers que llevan los regalos y la entrega de los mismos es responsabilidad de los propios contratistas que deben sacar de su tiempo para cumplir dicha labor, perdón, para cumplirle al “Honorable”.

El “aporte” – o mejor la inversión- que hace cada contratista está sujeta al salario percibido, aporte que llega hasta un millón de pesos, en todo caso no debe ser inferior a 200 mil pesos. Dinero que los contratistas tienen que sacar de su salario, de su bolsillo con la rabia de la humillación y el silencio de sus propias necesidades. Pero, en fin, es para una causa noble: el regalo de Navidad para los Niños a nombre de mí “Honorable”.

Es una práctica que se volvió común y corriente que desde varios años atrás hace parte del paisaje politiquero de Armenia y el Quindío. Es una verdad a gritos en la que hasta los mismos entes de control callan, es decir, otorgan.

Esta miserable práctica es la que permite que los cuadros políticos se mantengan en el poder. Es insólito que con lista en mano cada 2, 3 ó 4 meses, según el tiempo del contrato se les pregunte a los contratistas: “usted de quién es” para determinar si se le renueva o no el contrato. Y más insólito aún es que después de terminado el contrato, el “pobre” contratista tiene que seguir trabajando gratis sin percibir salario, sin seguridad social por dos, tres o cuatro semanas mientras sale el siguiente contrato si el padrino político lo permite, y si se niega, adiós contrato.

Es tiempo de Navidad, es tiempo de luces y alegría, de regalos incluso hasta el mandatario del billón de pesos lleva regalos a los niños y niñas de los municipios y veredas del departamento. “Hay que cultivar para luego recoger” y los regalos solo es entregarlos, ya todos sabemos de donde vienen.

Es tiempo de Navidad, es tiempo de reflexión, de una reflexión en la que se diga No más. El mandatario Nacional ha convocado desde su campaña a la presidencia al cambio en la estructura política. El Quindío no puede ser ajeno a ese cambio. El Quindío lleva más de dos décadas sumido en la corrupción rampante permitida por unos cuantos que se jactan de ciudadanos, pero que en la práctica solo son un rebaño de ovejas contaminadas de la misma corrupción.

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