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Editorial  |  03 mayo de 2018  |  12:00 AM

El engaño, artimaña de la política local

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Las pruebas de la Fiscalía contra el alcalde de Armenia Carlos Mario Álvarez, son contundentes. La primera de ellas, los pagarés firmados por el mandatario, por $6.000 millones de pesos, dinero que le facilitaron los contratistas de valorización a través del señor Francisco Valencia, para que Álvarez financiera su campaña política a la alcaldía en el año 2015.

Es apenas lógico que si una persona firma pagarés por $6.000 millones de pesos, donde, al final dice que se harán efectivos si gana las elecciones para alcaldía de Armenia, ese alcalde asume el poder con el objetivo de pagar esa plata. Un alcalde de una ciudad como Armenia no gana más de $700 millones de pesos en los cuatro años de su mandato. ¿Entonces cómo iba a pagar el alcalde Álvarez los $6.000 millones que le prestaron? Lo dijo la Fiscalía, dándoles contratos a aquellos que lo comprometieron con la firma de los pagarés, es decir, con dineros públicos, de los contribuyentes de la valorización.

La segunda prueba contundente son los vídeos que la Fiscalía dice tener, donde el doctor Carlos Mario se ve en un apartamento con el señor Valencia y otras personas, firmando los pagarés. La Fiscalía ha dicho que de esas firmas se hicieron las pruebas técnicas grafológicas, pero que, además, en los vídeos se ve la firma que el alcalde hizo de los mismos. Se nota que los dueños del dinero que se prestaba temían que este entramado delincuencial se iba a descubrir algún día, y guardaron todas las evidencias.

Una tercera prueba son los testimonios de varios testigos de los hechos, como el propio señor Valencia, y el contratista Diez Cardona, que ya ‘cantaron’ ante los fiscales. Con esta documentación, la Fiscalía actúo para poder capturar al alcalde. Sin ellas, seguramente se hubiera abstenido. ¿Desde cuándo la Fiscalía sabía esto sobre el alcalde? Parece ser que solo ahora, cuando los detenidos con la exalcaldesa Valencia Franco decidieron revelarlo.

El alcalde Álvarez Morales había hecho las denuncias de corrupción en valorización, él mismo había conversado con la Fiscalía sobre el particular, incluso dijo que era objeto de amenazas y que su vida estaba en peligro. Pero, se le olvidó mencionar que había recibido los $6.000 millones, o que por lo menos había firmado los pagarés para que con esa plata se financiera su campaña.

En principio, muchos armenios creímos en el alcalde Álvarez, y aplaudimos su actitud de quitarse el ‘bozal’ de Luz Piedad, y lo calificamos como un hombre con carácter cuando supimos que había contratado un abogado para denunciar los actos de corrupción en el sistema de valorización y declarar al municipio como víctima. Pero esa imagen se fue derrumbando poco a poco, especialmente en la pasada campaña política, cuando vimos a un alcalde más interesado en tratar de hundir a un grupo de personas, en sacar adelante unas candidaturas políticas y en ‘tapar’ sus propias falencias.

Aquellos medios de comunicación, como El Quindiano, que hicieron las primeras denuncias (Ver editorial: ¿Un alcalde cómplice?, del 16 de febrero de 2018), fuimos tildados de enemigos por el propio burgomaestre, en una rueda de prensa convocada casi que solo con este fin. No estábamos muy lejos de la realidad que vive hoy el gobierno municipal y su alcalde, cuando dijimos que no podría ser que Álvarez no supiera nada, en el cuatrienio anterior, cuando fue un secretario de despacho cercano a Luz Piedad Valencia y su candidato a sucederla en el cargo.

Nos duele lo que le sucede al ser humano Carlos Mario Álvarez, y el drama que está viviendo su familia, pero mucho más nos duele lo que le sucede a la ciudad, víctima del engaño y la mentira, primero de su exalcaldesa Valencia Franco, y, luego, de quien despertó nuestra confianza, el alcalde Álvarez Morales.

¿Será que nos vuelve a suceder lo mismo en las próximas elecciones para alcalde de Armenia? ¡Frente común por Armenia, ya!

 

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