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Editorial  |  08 mayo de 2018  |  12:00 AM

¿Dónde está la sociedad civil de Armenia?

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¡Frente Común por Armenia, ya!

Es difícil enfrentar la corrupción desde los partidos políticos. Estos son instrumentos de la sociedad civil muy importantes para la democracia, pero en su interior, sobre todo en Colombia, con muy pocas excepciones, hay una podredumbre profunda. De manera que la corrupción la debe de enfrentar la sociedad civil, pero por fuera de los partidos, aunque sería muy saludable que cada colectividad política hiciera su propia purga interna y tratara de sanear estos organismos de la democracia.

Por estas razones, los dos partidos más importantes en el Quindío, Liberal y Cambio Radical, tienen hoy el rabo entre las patas, pues sus máximos dirigentes están o destituidos de sus cargos anteriores y con muerte política por más de diez años, o encarcelados enfrentando juicios por la defraudación del erario local. ¿Dónde está el partido Liberal del Quindío, otrora mayoritario en la región? ¿Dónde está el poderoso partido Cambio Radical en el Quindío? Agazapados, avergonzados porque sus dirigentes principales tienen el Inri de la corrupción.

Y, dentro de esos dos partidos, tanto en el concejo como en la asamblea departamental, como en cargos públicos, quedan muchas personas que de una u otra manera participaron en los mismos hechos de corrupción del cuatrienio pasado, o del antepasado, o del tras antepasado, porque los últimos cinco alcaldes de Armenia han salido de sus cargos investigados, destituidos o encartados por la Fiscalía por defraudaciones al fisco; y las dos últimas gobernadoras, destituidas por la Procuraduría.

La confianza se ha roto por completo. Claro que hay partidos regionales que no tiene culpas aún, no se les puede endilgar hechos de corrupción, pero claro, cómo hacerlo si no han ejercido el poder desde el ejecutivo, ni desde el legislativo local o departamental. Habría que verlos en el poder, gobernando, para saber si son tan transparentes como algunos de sus miembros dicen serlo.

Y rota la confianza en los partidos, lo que queda es la sociedad civil organizada. A Armenia hay que salvarla del estado de corrupción y de anarquía, de caos y de mediocridad en que ha caído por culpa de sus dirigentes. Y eso no lo hacen los partidos políticos porque sería, como dicen muchos, los mismos con las mismas. Es necesario insistir en un Frente Común por Armenia, donde confluyan todas las fuerzas vivas de la región, donde se depongan los intereses particulares y se realcen y defiendan los intereses colectivos.

Terminadas las elecciones presidenciales, primera y segunda vuelta, debería estar conformado el Frente Común por Armenia, para que se evalúe la situación, se haga un diagnóstico y se presenten soluciones para salir de esta crisis institucional, casi peor que la que vivimos con el terremoto de 1999. La desesperanza no es buena, hay que recobrar la fe en nosotros mismos, en los armenios que han levantado la ciudad en cada momento de desgracia. Y esa fe se llama trabajo honrado y en unidad, sin tomar ventajas individuales en busca de candidaturas a alcaldía o gobernación. Ya habrá tiempo de hablar sobre estas que, evidentemente, son importantes para recuperar la ciudad.

¿Dónde están los hombres y mujeres cívicas de Armenia y el Quindío que nos permitan arrancarle la ciudad a la corrupción? Es hora de salir públicamente a convocar, a reunir, a socializar la idea del Frente Común por Armenia, como una alternativa colectiva, participativa, incluyente, donde afloren los valores de transparencia, pero también la actitud propositiva, la imaginación y la fe, para volver a empezar. ¡Frente Común por Armenia, ya!

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