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Editorial  |  10 mayo de 2018  |  07:40 AM

Armenia, además de corrupción, tramitomanía

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Se nos van a ir los pocos empresarios que tenemos, antes de quebrarse del todo.

Uno de las personas que más conoce el derecho urbano en Armenia es el curador 2 José Elmer López, quien comparte la queja del señor José Dionisio Rodríguez de la constructora Obelisco, y quien ha dicho que para infortunio de la industria de la construcción en esta ciudad, todos los días se inventan un trámite nuevo para los constructores. Indica el señor Rodríguez que ahora exigen el acta de inspección sanitaria, para la obtención del Permiso de Ocupación. El empresario ha dicho con precisión: “He mirado en la normativa que regula la expedición del Permiso de Ocupación y no existe ninguna exigencia al respecto. La oficina de planeación se ha inventado una serie de documentos que no se encuentran en ninguna norma, ley o decreto para expedir el Certificado o Permiso de Ocupación”.

Tiene razón el señor Rodríguez cuando hace estas observaciones, porque esto que viene ocurriendo en Armenia es un irrespeto a esta actividad, a la ciudad, pero sobre todo a la ley. Lo que se observa aquí es que la oficina de Planeación de Armenia se convirtió en una isla jurídica que está obstaculizando de alguna manera la acción de los empresarios. Una cosa parecida sucede con el usuario de esa oficina, pues hay constantes denuncias sobre el irrespeto al derecho de petición, uno de los sagrados elementos de la participación ciudadana y la transparencia pública, y todo indica, según las denuncias, que en Planeación no responden los derechos de petición, los ignoran.

Bueno, pero si por Planeación municipal llueve, en otras instituciones del Estado local no escampa, por ejemplo, en las empresas de servicios públicos. Obstáculos y el entorpecimiento de las actividades de la construcción en Armenia parece ser un propósito, según denuncian los empresarios del sector. Todo indica que estas empresas fueron diseñadas, en este gobierno, para que todo sea enredado, sin fórmulas de solución expeditas, que es lo más grave.

Ahora mismo, con las derogatorias de varios decretos, con la expedición de otros, con las talanqueras de planeación y de empresas de servicios públicos, Armenia se ha convertido en un imposible físico para adelantar cualquier proyecto urbanístico. Nunca antes se había visto tanta gente concertada para ponerle trabas al desarrollo de la ciudad. Está bien que se proteja el medio ambiente y que se exijan las normas sismo resistentes, pero es necesario hacer una concertación, por medio del diálogo, con los constructores, que se están quebrando.

La capital del Quindío, de acuerdo con el índice de competitividad, conocido recientemente, es una de las ciudades con puntaje más bajo del país, 4,63; Manizales 6,14; Bogotá 7,44. Eso significa que somos una ciudad que no tiene condiciones para atraer inversionistas, por un lado, pero que además, donde la calidad de vida de sus habitantes es muy precaria. Tenemos, además, uno de los desempleos más grande del país. Y todo este problema se ha agravado con la crisis de la construcción provocada desde la alcaldía de Armenia, con la intervención de la Procuraduría Agraria y de Tierras. Está bien regular, repetimos, está bien defender las cañadas y el medio ambiente, pero era necesario, señores, hacerlo en conjunto, con los afectados, que son los constructores, y eso no se hizo.

Una de las denuncias del empresario Rodríguez es que los funcionarios de Armenia piden cualquier cantidad de papeles que se les ocurre, pero, y eso es lo más grave, no saben para que piden tanto documento ni como se tramita y tampoco ayudan al usuario a darle claridad y colaborar en la gestión de los mismos. La única finalidad visible de pedir estos documentos es entorpecer y ponerle trabas al constructor o usuario, y alimentar las malas prácticas administrativas.

Compartimos la queja de los empresarios de la construcción, que es la misma de la curaduría, en el sentido de que va a ser muy difícil, en adelante, conseguir inversionistas para Armenia, pues además de las trabas, la tramitomanía, el freno al desarrollo urbano, nos invadió, desde la alcaldía de Armenia, la corrupción. Hay que redireccionar el desarrollo de la ciudad, fomentar el progreso mediante una simbiosis de colaboración con el empresariado.

Se nos van a ir los pocos empresarios que tenemos, antes de quebrarse del todo. Y no reaccionamos. ¡Frente Común por Armenia, ya!

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