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Editorial  |  17 mayo de 2018  |  12:00 AM

El San Juan, un nuevo hospital

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a gusto saber que fue rescatado de las garras ominosas de la politiquería.

Da gusto ir al hospital San Juan de Dios. Da gusto saber que fue rescatado de las garras ominosas de la politiquería y la corrupción. Da gusto sentirse paciente en el sistema de urgencias, por la atención científica y humana que ofrece hoy en día esta institución. Da gusto oír hablar a la gente hoy de su hospital, cuando hace un poco más de dos años allí campeaba el caos, la desesperación, la corrupción, el clientelismo y la politiquería.

La última presidente de la junta directiva del hospital San Juan de Dios, la señora Sandra Hurtado, fue destituida por la Procuraduría por hechos de corrupción, y la Fiscalía General de la Nación le adelanta varias investigaciones de carácter penal. El último gerente de la entidad, el médico Jairo López Marín, está encarcelado, sindicado de varios delitos, por un robo continuado en la farmacia de la institución. Los cuatro años del gobierno pasado, 2012-2015, fueron funestos para esta, la primera institución hospitalaria y médica del Quindío.

De ingrata recordación las primeras acciones del gerente López y de la gobernadora Hurtado cuando se tomaron el hospital. Provocaron un caos en la contratación de la medicina especializada, echaron una parte de los profesionales que conocían y sabían los manejos científicos, médicos y administrativos; sacaron al personal que conocía de la atención y la asepsia en cada piso, inventaron un sistema de contratación a destajo para favorecer empresas privadas creadas por sus amigos políticos, es decir, destruyeron todo el sistema armónico de una empresa tan trascendental para la ciudad, como que cuida la salud de los ciudadanos.

Ese cuatrienio funesto trató de privatizar varios servicios, lo que se pudo impedir por la actuación de médicos y personal de planta que denunciaron esos desafueros, acogidos por periodistas y medios responsables en ese entonces, que le contaron a las autoridades de control y al pueblo lo que estaba sucediendo.

Pero, por fortuna, la negra noche del hospital San Juan de Dios ha terminado. Hoy hay un equipo serio, responsable, científico, que ha recuperado, con el liderazgo del gobernador Carlos Eduardo Osorio Buriticá y el propio gerente de la entidad, Jaime Gallego, el hospital que se creía perdido. Incluso, han encontrado en los recursos de regalías casi $13.000 millones de pesos para acometer las adecuaciones que harán de este centro hospitalario uno de los mejores del país.

Nunca más podemos, los quindianos, dejar caer el hospital San Juan de Dios en manos de la corrupción y la politiquería. Tenemos, los ciudadanos, que estar atentos, para evitar los desafueros como los que se cometieron en el cuatrienio pasado. Y, por supuesto, respaldar la actual administración, a la junta directiva presidida por el gobernador Osorio, para mantener viva la ciencia, la medicina y el humanismo en el primer centro hospitalario de la región.

Un hecho similar sucede con el hospital mental de Filandia, que ha logrado, en este gobierno, una recuperación sorprendente y satisfactoria. Todo esto, tanto en uno como en otro hospital, a pesar de las deudas que tienen con ellos las EPS. Si estas pagaran lo adeudado, gozaríamos de grandes privilegios en salud en el Quindío.

El buen gobierno es fácil practicarlo, solo se necesita gente honrada, capacitada, con experiencia y un gran sentido de servicio a la comunidad, como lo han demostrado, en el caso del hospital San Juan de Dios de Armenia y el hospital mental de Filandia, los gerentes de las instituciones y el presidente de sus juntas directivas, el gobernador Carlos Eduardo Osorio Buriticá.

 

 

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