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Editorial  |  27 mayo de 2018  |  12:00 AM

¡No más odios, por favor!

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Los odios no pueden seguir siendo el adalid de la vida política en Colombia. Las elecciones, como las que se realizan hoy para elegir presidente de la República, deben servir para la reconciliación, esto es, para practicar el respeto y la tolerancia, en medio de la diferencia.

Si el hombre logra mentalizarse de que aquel ser con el que camina a las urnas tiene la misma profundidad humana que él, sabiendo que votará por el absolutamente contrario a él, y en ese entenderse como seres humanos se respetan, se toleran y hasta se alegran que haya libertad y oportunidad para la diferencia, el país será otro.

Hemos practicado durante más de doscientos años la política del odio. Ocho grandes guerras civiles nacionales y 32 guerras civiles regionales vivió el país en el siglo XIX, profundizando ese odio, que llegó vivo al siglo XX, después de la más fratricida de las confrontaciones de la centuria que se cerraba: la Guerra de los Mil Días.

Y luego de la hegemonía conservadora, después de esa guerra, llegó el partido contrario, el Liberal, al poder, en 1930, y ese poder se asumió con odio y con venganza hacia los antiguos triunfadores de la última guerra. Y ese odio desencadenó en otra guerra que tuvo su clímax en los años cincuenta, tras el asesinato del hombre que iba a ser presidente: Jorge Eliécer Gaitán.

Superamos esa confrontación y entonces nos llegaron las guerrillas, el narcotráfico, el paramilitarismo, el terrorismo de Estado y la enorme delincuencia humana. Y, por supuesto, la exacerbación de los odios y las violencias. Las venganzas se acrecentaron y el perdón desapareció de la faz de la tierra colombiana.

Por fortuna, avanzada la segunda década del siglo XXI, y después de miles y miles de muertos, vino el acuerdo de paz con las Farc, que ha brindado un paliativo a tanto sufrimiento y tanta muerte. Sin embargo, la promoción de los odios no ha cesado, ese odio se sigue fomentando desde diferentes discursos de los propios candidatos que se enfrentan a la contienda electoral de hoy, y de sus seguidores.

Por eso, hoy domingo de elecciones, el mejor favor que se le puede hacer al país, a la sociedad y al individuo colombiano es votar, pero no para incrementar los odios, sino para dejarlos atrás, para pensar en el perdón y la reconciliación. No importa por quién vota su vecino, no importa si lo hace por el contrario a mi candidato, lo que importa hoy es que promovamos el respeto, la tolerancia, el acatamiento a la diferencia y nos demos la mano que tanta falta le hace al país. Estas elecciones deben de ser las elecciones de la paz.

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