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Editorial  |  31 mayo de 2018  |  12:00 AM

La 14 urge intervención social

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El centro comercial de cielos abiertos, La Calle Real de Armenia, obra que en un principio, en el año 2006, fue criticada por los comerciantes porque la peatonalización era imposible, y que finalmente se convirtió en una realidad y en la peatonal más importante de la capital quindiana, requiere hoy de una nueva intervención por parte del gobierno local y de la propia ciudadanía

La obra digna de admirar, proyecto que obtuvo el primer puesto en la XXI versión de la Bienal Nacional de Arquitectura en la categoría de diseño urbano y paisajismo; primer puesto en la XVI Bienal Panamericana de Arquitectura de Quito, en la categoría de diseño urbano y el premio Lápiz de Acero en su XII versión, en la categoría espacios públicos, urge no de una intervención coyuntural como las que han hecho los gobiernos de turno, sino de un control social.

Este espacio que durante más de doce años se ha convertido en el sitio obligado de recorrer por los miles de turistas que llegan en temporadas vacacionales a la ciudad, clama a gritos el sentido de pertenencia de los armenios para salvarlo de la informalidad, que poco a poco y por sus entradas principales, la calle 12 y la calle 2, se acerca, gana terreno y amenaza con apoderarse de su espacio.

Han sido varias las intervenciones que se han realizado al centro comercial de cielos abiertos. Se recuerda por ejemplo que para la Bienal de Arquitectura que se llevó a cabo en Armenia en el gobierno de Luz Piedad Valencia Franco, en desarrollo del programa Armenia es un Jardín, se mejoraron las zonas verdes desde el parque Sucre hasta la plaza Bolívar. En la ocasión, Carlos Mario Álvarez, asesor social de la administración municipal de Valencia Franco, destacó la siembra de gramilla y de plantas ornamentales.

La Calle Real, sus nueve cuadras entre las calles 12 y 21, cuyo objetivo era recuperar el espacio público y donde aún resulta un placer caminar y disfrutar de compras y de sitios para compartir un café, una bebida o una buena comida ofertada por los diferentes restaurantes, está siendo asediada por la nueva modalidad de los vendedores ambulantes: la economía informal móvil.

Se observan a cualquier hora del día, incluso de la noche, carretas llenas de toda clase de frutas, y de verduras que aprovechan la ausencia de autoridad para ofertar sus productos a los transeúntes.

De nada sirve cambiar pisos, remodelar, embellecer si no se defiende este pasaje de los vendedores ambulantes que han convertido ya las entradas de La Calle Real en un espacio que desluce, afea y contradice el verdadero objetivo del centro comercial de cielos abiertos, la peatonal de Armenia.

A la economía informal ambulante agréguele la indigencia que también viene ganando terreno en el lugar. No estamos en desacuerdo con los vendedores ambulantes porque los cientos de desempleados que tiene y que llegan al Quindío de alguna manera se tienen que ganar el pan de cada día, pero no obstante no podemos permitir que el emblemático lugar sea el sitio que reemplace el centro comercial del Café, que los vendedores ambulantes se niegan ocupar.


 

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