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Editorial  |  08 junio de 2018  |  06:38 AM

Centro comercial del Café: ¿Otro elefante blanco?

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Lo peor de todo es que el edificio no tiene sistema contra incendios .

Es una lástima el derroche de dineros públicos en el centro comercial del Café, y que este no preste el servicio que merecen los vendedores ambulantes y los ciudadanos. El debate que se hizo en el concejo de Armenia sobre esta obra resultó interesante para poner en contexto ese derroche.

Lo primero es la millonaria inversión: $11.500 millones. Sin contar que en ese mismo sitio se habían invertido, por parte de las administraciones pasadas, las de Mario Londoño, David Barros y Ana María Arango, otro tanto, lo que se tiró a la basura, pues la primera edificación se demolió para construir el inoperante monstruo de ahora.

La primera falla estuvo en la licitación pública para esa obra, un traje a la medida, orientada para un contratista de Medellín. La segunda, los deficientes diseños. El centro comercial del Café fue hecho con ‘hambre’, en sus pasillos, locales, zonas de movilidad y otros espacios. Habíamos creído en un centro comercial como los que ya existían en Armenia, pero lo que se hizo fue un enorme cubo con pequeños cajones, que dan grima, y ponen a los pequeños comerciantes en un estado de indignidad mayúsculo y de conmiseración. Y, de contera, a los clientes y compradores.

Ahora, el concejal del Mira nos revela que el centro comercial tiene una gerencia deficiente, una administración que no acierta en medidas óptimas para el funcionamiento, no hay estrategias para impulsar la dinámica económica en el lugar y falta acondicionamiento en materia de infraestructura. Es decir, a pesar de la millonaria inversión, no se ha terminado el edificio.

Lo peor de todo es que el edificio no tiene sistema contra incendios y a él están ingresando muchos ciudadanos, obligados, pues en el tercer piso se instalaron las oficinas de recaudo de Empresas Públicas de Armenia, un costo adicional que no se ha cuantificado y que se calcula en cerca de $1.000 millones. Ese sistema contra incendios, según lo ha dicho el propio asesor jurídico de la alcaldía, vale $1.700 millones.

Desconcertante hasta la saciedad, que de los 480 módulos que se instalaron, solo hay ocupados 260 de ellos. Casi la mitad están vacíos. ¿Por qué? Simplemente porque el centro no es funcional, porque los comerciantes no encuentran allí su verdadera alternativa económica. Y claro, todo porque los diseños fueron hechos con ‘hambre’, con el interés de ‘embutir’ al mayor número de vendedores, sin criterio comercial, sin estética, y sin seguridad industrial.

En el debate, el asesor jurídico también manifestó su preocupación por el sostenimiento del centro, pues este cuesta $50 millones mensuales y sólo se recaudan $16 millones al mes por concepto de arriendo a comerciantes y almacenes ancla, los $34 millones de déficit son aportados por la administración. Ahí están las consecuencias de la falta de planeación y de la cabalgante corrupción.

Ese centro comercial puede terminar como la Plaza Minorista que se construyó en el lote del batallón Cisneros, que ha quedado como uno de los más grandes ‘elefantes blancos’ de la ciudad, con más del 70% de sus locales vacíos y unas instalaciones en deterioro.

En el debate, infortunadamente no hubo propuestas de soluciones. Pero hay que buscarlas, porque una inversión tan alta, un proyecto social tan importante, no puede quedar a la deriva.

 

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