Aparentemente el gobierno departamental que dirige Carlos Eduardo Osorio no tiene muchas realizaciones para mostrar en sus dos años de mandato, según dicen sus detractores y muchos ciudadanos del común. Pero, para quienes hayan asistido a la audiencia de Rendición de Cuentas 2017 de este gobierno, la sensación debió de haber cambiado sustancialmente.

Lo que vemos es que este no es ni será un gobierno de grandes obras de cemento y ladrillo. Su primer año fue un caos por cuenta de las talanqueras, los palos en la rueda que le puso el gobierno anterior, con una asamblea departamental que logró mayorías de oposición y que, de alguna manera, fue la responsable para el atraso en el plan de desarrollo y en la ejecución del mismo. 

Adicionalmente, como dijo el gobernador al llegar al edificio del CAD, ‘dejaron la olla raspada’, esto es, sin dineros para inversión en el primer año y parte del segundo. Y como para completar, el gobierno nacional vio limitados sus recursos para las regiones tras la crisis de precios del petróleo, lo que significó una disminución sustancial de los dineros por el sistema general de regalías.

Con todas estas dificultades, el gobernador Osorio asumió dos banderas fundamentales: la transparencia en la adjudicación de contratos y en todos los proyectos de su administración, y la participación ciudadana, para hacer de la gobernanza en el Quindío un modelo que permita mejorar las condiciones de vida de la gente.

El informe de gestión presentado ayer mostró a un gobernador maduro, seguro, con un cúmulo de realizaciones que, por pequeñas, no dejan de ser importantes, sabiendo, como se sabe, que hay una profunda escasez de recursos económicos. Una de esas realizaciones es haber expedido un manual de contratación, que unificó y estandarizó los pliegos de condiciones para todos los procesos y los precios para obra pública.  Con este procedimiento lo que se dio fue igualdad de condiciones, seguridad jurídica y equidad a toda persona natural o jurídica que quiera participar en una licitación. Y junto al manual, se abrió la urna de cristal, el salón de la transparencia, donde actualmente se realizan, públicamente, todos los procesos licitatorios.

Más que el cemento y el ladrillo, que se han puesto, por supuesto, hay que destacar este rescate de la moralidad pública. Y hay que luchar porque se mantenga, para que no venga otro gobierno y lo borre, o se lo pase por la faja. Estamos seguros, como dijo ayer el gobernador, que este mandato será reconocido por su puesta de transparencia.

El tema de la participación es singular. Este gobernador ya se recorrió todos los municipios del Quindío, excepto Calarcá y Armenia a donde solo ha ido a dos barrios marginados, Lincoln y Las Colinas. Y en ese recorrido, visitó veredas, fincas, escuelas, escenarios deportivos, barrios, asociaciones, en fin. Ayer mostró los resultados de ese contacto con la comunidad: arreglaron todas las escuelas, los restaurantes, gran parte de los escenarios deportivos y muchas vías veredales. Y, dijo el gobernador, continúan con esta labor. Cosas pequeñas pero que, a la luz del concepto moderno de gobernanza, es la mejor manera de dirigir, con la palabra, con la voz de los gobernados.

Muchos hechos para destacar, como la recuperación definitiva de los hospitales San Juan de Dios de Armenia y el hospital mental de Filandia, la iniciación de la construcción del nuevo hospital de Circasia, la puesta en marcha de la recuperación de la producción agropecuaria, los nuevos inversionistas, en fin. 

Nos alegra por el Quindío, porque mientras a nuestra región le cae toda el agua sucia de la corrupción de los gobiernos del cuatrienio anterior, es apenas justo destacar que el actual gobierno de Carlos Eduardo Osorio Buriticá se esfuerza por recuperar la confianza del pueblo en sus gobernantes y darle a la administración el juicio, la cordura y la conducción moral que se merece.