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Editorial  |  15 junio de 2018  |  12:00 AM

Una ciudad sin alcalde

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Armenia está al garete, al desgaire, sin rumbo, porque no tiene alcalde.

Armenia está al garete, al desgaire, sin rumbo, porque no tiene alcalde. El titular, elegido popularmente, como se sabe, fue detenido hace ya un mes, y su situación de medida de aseguramiento intramural, dictada por un juez pero apelada por su abogado, no se ha definido, lo que tampoco ha permitido que se tomen decisiones sobre el conductor del municipio en lo que queda de mandato.

Dos personas han ocupado ya este puesto, en calidad de encargadas, durante el último mes, pero sin capacidad de resolver problemas sustanciales que aquejan al municipio. La ciudad está en ascuas, paralizada en muchos aspectos por falta de definiciones en temas de fondo. Los constructores quedaron sin las herramientas jurídicas urbanas suficientes para sacar adelante sus proyectos, lo que ha generado un desconcierto generalizado. Lo mismo pasa en otro frentes, como las obras de valorización, que no avanzan.

Y qué decir de los grandes proyectos con el empréstito de $73.000 millones de pesos que el concejo le aprobó al alcalde. No se volvió a saber del denominado deprimido de la intersección de bomberos, en el norte de la ciudad, ni de otras intervenciones en la zona de la estación del ferrocarril, ni las transformaciones de los parques El Bosque y los campos de fútbol de El Edén.

Lo más preocupante es que si se confirma la detención del alcalde, empezará un proceso para nombrar o elegir a su sucesor, lo que seguramente durará por lo menos un mes más. Habría que mirar la capacidad de ejecución que pueda tener el escogido para reemplazar al señor Carlos Mario Álvarez, frente a problemas tan delicados por los que atraviesa la administración y la ciudad en general.

Es posible también, que el alcalde Álvarez quede libre por anulación de la medida de aseguramiento que pesa sobre él, y pueda volver a su cargo, a pesar de que en su contra se siga el proceso que ya se le inició en la Fiscalía. Si esta opción se da, no será fácil manejar la ciudad, tomar decisiones, ejecutar programas con el acicate de la investigación judicial encima. Será tan complicado como la opción de que haya otra persona ejerciendo el cargo para un período de apenas 18 meses.

El desgobierno se siente, y no por culpa o incapacidad de quienes ocuparon u ocupan el puesto en calidad de encargados, sino porque los armenios elegimos un alcalde que ya no está, que es mantenido bajo las rejas, acusado de graves delitos. Si hay un nuevo alcalde, le tomará tiempo enterarse en detalle de lo que pasa adentro y, también, asumir una administración que empieza su epílogo, aunque es menester cumplir con el Plan de Desarrollo que se formuló desde hace dos años. Y si vuelve el alcalde Álvarez, su fatigada y disminuida confianza entre los ciudadanos, como su condición sub júdice, le pesarán tanto que le quedará muy difícil cumplir a cabalidad con su plan de gobierno.

De manera que la ciudad está al garete, sin timonel, a la buena de Dios. Y eso se siente, no solo adentro, en la administración misma, en el edificio de gobierno, en las secretarías, sino en las calles, en el mercado laboral, pero muy especialmente en su poca presencia institucional y en la ausencia de determinaciones que permitan el normal funcionamiento de su vida económica. Definitivamente, Armenia es una ciudad sin alcalde.

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