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Editorial  |  05 julio de 2018  |  12:22 AM

La firmeza del gobernador

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Las palabras del gobernador del Quindío Carlos Eduardo Osorio el pasado viernes en la plaza Bolívar en el celebración de los 52 años del departamento, todavía retumban en aquellos que las escucharon en vivo, o a través de los medios de comunicación. Allí se observó un gobernador con entereza, con firmeza, con la convicción moral y ética que encierra el verdadero Cristianismo, en defensa del bien común, como dice su plan de gobierno.

Desde ese estrado de la plaza, el gobernador advirtió que no se dejará manejar ni manipular por personas o grupos políticos para tomar decisiones tan trascendentales para la región, como el caso que se le presentó ese día de aceptar de inmediato la renuncia del alcalde de Armenia Carlos Mario Álvarez. Lo peor para aquellos que querían la aceptación de la renuncia ese día para que se convocara a elecciones, fue la presión que ejercieron desde todos los lados, incluyendo la del senador antioqueño Julián Bedoya, que está inmiscuido en los asuntos de la ciudad, en términos burocráticos y del contratismo, como si fuera su propia ciudad.

Esa presión de Bedoya, de los concejales, del representante Grisales, de la propia esposa del exalcalde Carlos Mario y de muchos amigos de esta causa desde la alcaldía de Armenia, pusieron en alerta al gobernador que prefirió, con la paciencia del santo Job, elevar consultas jurídicas al más alto nivel departamental y nacional para tomar la mejor decisión, en derecho, como él mismo lo advirtió ese día. Y es clara la alerta: ¿Por qué tanta presión al mismo tiempo?

Bedoya es un desconocido para esta tierra, es un aparecido que vino a pescar en río revuelto, que nos trajeron el exalcalde Álvarez y el parlamentario Grisales, a pesar de su cuestionamiento moral en Antioquia. Y ese senador cuestionado es quien ahora viene a exigirle al gobernador del Quindío, a través de presiones indebidas, que tome las decisiones que él, ese senador, quiere para sus intereses personales y políticos en Armenia.

Como lo revelamos aquí en El Quindiano el pasado martes, lo de la renuncia del exalcalde Álvarez fue una jugada política que Bedoya y Grisales urdieron tras ver fracasada la posibilidad de tener una terna de bolsillo en el escritorio del expresidente Gaviria, a quien le corresponde enviar esa lista de tres al gobernador para que entre ellos escoja el nuevo alcalde de Armenia. Como habían fracasado en ese intento, entonces montaron toda la jugada de la renuncia, pues suponían que se iba a aceptar de inmediato y se llamaría a elecciones. Y como tienen la burocracia, la maquinaria aceitada y la mentira a flor de piel como arma electoral, pues creyeron que esa era la jugada maestra para no perder la alcaldía.

Pero se estrellaron con un muro. El gobernador advirtió el viernes que no aceptaba presiones. Y si las intenciones del exalcalde Álvarez era que lo reemplazara una persona elegida por el pueblo, entonces ¿por qué no renunció antes de terminar el mes de mayo, para que los 30 días que la ley le da al gobernador para aceptar su renuncia no traspasaran la fecha límite, 30 de junio, que la misma ley fija para llamar a elecciones? Queda claro que no renunció el alcalde Álvarez por el bien de Armenia ni de la democracia, sino en el juego político de Bedoya y Grisales.

Es una lástima que Bedoya, Grisales, Álvarez y todo su séquito de la alcaldía y de la política local hayan caído en la ruindad de atacar con la calumnia y la mentira al gobernador Osorio Buriticá para justificar la tal renuncia y la convocatoria a elecciones.

Decir que el gobernador está amangualado con la exalcaldesa Luz Piedad Valencia para aceptar una terna puesta por ella y con el escogido de esa terna como alcalde torpedear la justicia y la investigación de la Fiscalía en favor de la señora Valencia y en contra del exalcalde Carlos Mario, es digno de personas mal informadas, ignorantes, torcidas o ruines en el trasegar político de la ciudad y el departamento.

Creemos que la terna que pondrá a consideración del gobernador el expresidente Gaviria, tendrá que ser de hombres o mujeres probas, honestas, capaces, profesionales, idóneas y de gran solvencia moral y ética. Y, de no serla, seguros estamos que el gobernador Osorio la devolverá, la objetará, porque su proyecto de vida y sus convicciones cristianas, no le permiten hacerle un mal a la ciudad ni al departamento.

Esta película de la renuncia del alcalde Álvarez está por cerrarse, seguramente esta misma semana, y seguirá el episodio de la terna, y luego el capítulo de la escogencia del alcalde de esa terna, y, ahí tendremos, por un lado la templanza del gobernador, y por el otro, la sórdida y mordaz crítica de los Bedoyas, que seguirán azuzando a los cándidos armenios que todavía creen en senadores foráneos y sin espíritu de amor por la ciudad.

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