La muerte de Laura Juliana Jojoa Murillo a manos de un hombre en un almacén del centro de Armenia, nos tiene que doler a todos. Hemos visto las espantosas fotografías de esta jovencita de 20 años, en medio del charco de sangre en el baño del local donde trabajaba, y desgarran el alma. Se nota, en esas fotos, que Laura Juliana trató de defenderse. El lavamanos estaba tirado en el piso, había mercancía alrededor, se deduce un fuerte forcejeo.

Todos los indicios nos hacen entender que se trató de un atraco. Un maleante con cuchillo en mano entró al local y, seguramente, pidió una prenda para medírsela. Cuando la jovencita le pasó, tal vez, otra prenda, este la haló hacia el baño y allí se produjo el forcejeo, que terminó con la crueldad de una cuchillada en el cuello, que le costó la vida a la niña.

Hay otras versiones sobre los móviles de la muerte. Finalmente eso es lo que menos importa, lo triste es que Laura Juliana está muerta y su deceso se produjo de una forma violenta, víctima de la descomposición social, de la inseguridad en que se sume cada vez más la ciudad. Hay vídeos del agresor, saliendo del local, como si nada. Aún no se ha logrado su captura, pero seguramente que esto sucederá en las próximas horas, porque sabemos que la Policía trabaja en la búsqueda del individuo, que ya está identificado.

Sin embargo, nos duele la poca, casi nula solidaridad y pronunciamiento por parte de las autoridades civiles del municipio de Armenia y el departamento del Quindío. Frente a un caso tan espantoso como este, ya era hora que el alcalde y el gobernador, o, por lo menos sus secretarios de gobierno, hubieran salido a ofrecer recompensa por la captura del homicida y a atender las necesidades sicológicas, sociales y materiales de la familia. Pero, que conozcamos, aún no hay nada.

También, nos duele la poca solidaridad ciudadana. Ya era hora que las organizaciones de mujeres, los defensores de los derechos humanos, la Procuraduría, la Defensoría, la Personería, se hubieran pronunciado. Ya era hora que los ciudadanos estuvieran en las calles, protestando por este asesinato, instando a la solidaridad para dar con el paradero del criminal, dejándose sentir por el dolor de la familia y de las personas sensibles que lamentan este vil asesinato.

Nos duele la muerte de esta niña de 20 años. Su humilde condición no permitió que el dolor trascendiera en las entidades estatales de la región, ni a la sociedad misma de Armenia, que ha mirado el caso con el mero morbo de la sangre y el amarillismo que cada vez nos vuelve más insensibles frente a la muerte violenta.

En el país están asesinando líderes sociales, más de 300 han caído este año, lo que convierte estos hechos aparentemente aislados en una masacre, producto de las venganzas surgidas después del acuerdo de paz con las Farc. Y nos duelen estas muertes, tanto que acompañamos, el pasado viernes, a sus familiares en todo el país, con una ‘velatón’ que en Armenia se hizo desde el parque De Sucre.

Un acto similar estamos reclamando para Laura Juliana, que se sienta la sociedad protestando y pidiendo justicia. Porque, si seguimos impávidos, inamovibles, indiferentes, indolentes, nos van a ir matando a todos, uno por uno, y cuando reaccionemos, ya será muy tarde, porque la ciudad estará en manos de ellos, los delincuentes, que no solo roban el erario, sino que ahora, delincuentes desde otra orilla, asesinan para conseguir lo que se proponen.