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Editorial  |  24 julio de 2018  |  12:00 AM

Rehenes de un monstruo

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Es una lástima que hayamos caído tan bajo.

Hace 170 años, el Manifiesto Comunista de Carlos Marx salió publicado por primera vez, con el siguiente párrafo: “Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo. Todas las potencias de la vieja Europa se han unido en una Santa Alianza para acorralar a ese fantasma: el Papa y el Zar, Metternich y Guizot, los radicales de Francia y los polizontes de Alemania”.

Hoy, podemos decir, parodiando a Marx y Engels, que un fantasma recorre a Colombia: el fantasma de las redes sociales que destruye nuestra sociedad. Unas redes sociales donde la mayoría de la gente tiene el poder de crear y repetir, además de emitir mensajes con intereses particulares, por encima de los intereses generales y el bien común. Y una sociedad ignorante, que cree en todo lo que les llega a sus teléfonos celulares, vía Whatsapp, Facebook, Twitter, Instagram y otras redes, y sin confirmar nada, reenvían como locos a todos sus amigos esas falacias, esas mentiras, esas estupideces que dañan y destruyen a otros seres, a proyectos y hasta grandes obras sociales.

La irresponsabilidad es babilónica en las redes sociales. Aún llegan mensajes que empezaron a aparecer hace cinco años, que ya fueron aclarados por otros como noticias falsas, pero que despistados e ignorantes siguen enviando como si apenas hubieran sido creadas esas sandeces. No hay nada más peligroso que reenviar a otro todo aquello que nos llega en esas redes. Y en muchas ocasiones lo hacemos porque a quienes el mensaje ataca son enemigos nuestros, o competidores, o simplemente no nos caen bien.

Casi nadie se escapa de esta irresponsabilidad, incluyendo medios de comunicación tradicionales y de reputación, que convierten versiones en noticias, que después acogen las redes y vuelven virales como si fueran verdad. No hay un filtro, y apenas se están creando los programas que detectan las noticias falsas, pero mientras tanto, los políticos de oficios y los periodistas pagados por esos políticos de oficio siguen causando daño a la sociedad, al país y a la nación, alentando la violencia y los odios.

Creen esos políticos que pagando para estas prácticas malvadas van a conseguir réditos electorales. No saben que, también a ellos les llegará el momento del revés en este maremágnum de confusión y caos en que se han convertido las redes sociales.

La potencia más grande del mundo contemporánea, Estados Unidos, ya lo vivió, en las elecciones pasadas, creando un monstruo, que confunde, que genera odios, racismo, exclusión y, por supuesto, mucha violencia. Otros países están experimentando lo mismo, por eso, han llegado al extremo de prohibir por ley que un menor de 15 años tenga y maneje un aparato celular.

Armenia y el Quindío no ha sido ajena a este monstruo que recorre nuestra sociedad, que cada día inventa una nueva noticia falsa o una suposición, o simplemente una opinión sesgada, seguramente pagada por alguien, un político, sin duda, para causar daño a personas o grupos de personas, sin saber que el sufrimiento será para la sociedad en general, para la ciudad en su conjunto y para los individuos que en ella habitan en particular.

Sin duda, un fantasma recorre a Armenia, el Quindío, y Colombia: el fantasma de las redes sociales que en manos irresponsables y con el patrocinio de políticos insensatos, está destruyendo la ciudad y la sociedad. Es una lástima que hayamos caído tan bajo, cambiando el mundo dialogante, sensato, inteligente de la ciudadanía decente y respetuosa, por un mundo virtual irresponsable y cochino.

 

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