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Editorial  |  23 agosto de 2018  |  12:00 AM

Circasia, detenida en el tiempo

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Fundada el 10 de agosto de 1884 Circasia se encuentra a 7 kilómetros de Armenia. La Ciudad de Hombres Libres que celebra en la presente vigencia 134 años, fue erigida como municipio en 1906 cuando se separó de Filandia.

Uno de los atractivos más importantes de Circasia es el Cementerio Libre, ubicado en las afueras del municipio en la carretera hacia Montenegro. Fue fundado en 1930 por Braulio Botero como un lugar en el que cualquier persona podía ser enterrada, independientemente de sus creencias religiosas. Allí se encuentra el himno a los Muertos, escrito por Antonio José Restrepo, en Ginebra, Suiza, el 2 de noviembre de 1932 y un mural en madera que significa amar y libertad.

Uno de los más destacados renglones económicos de Circasia es el cultivo del café. También se producen otro tipo de cultivos como yuca y plátano, y es rica en ganadería menor y mayor. Sin embargo, hay que anotar que esta municipalidad tuvo su auge hasta el inicio de la segunda mitad del siglo XX. Circasia fue un municipio próspero después de 1930 y hasta bien entrados los años 50 se destacaba sobre todo en la industria del café con una cuantas trilladoras y hasta fábricas de jabones, cervezas y sombreros, pero ello se apagó.

A partir de los años 60 Circasia se quedó detenida en el tiempo. Su progreso ha sido muy poco, las administraciones locales no han profundizado en proyectos que verdaderamente le den el valor a este municipio, el tercero fundado en la denominada hoya del Quindío.

El Mirador Alto de la Cruz y la plaza Bolívar han sido los dos únicos proyectos que en los últimos años han tenido algún significado, no obstante la remodelación de la plaza ha sido duramente criticada por la incomodidad para el tránsito vehicular, así algunos historiadores románticos, la cataloguen de muy bonita. En realidad, esta zona debería de convertirla en paso peatonal y diseñar otras alternativas de transporte.

Circasia se quedó detenida en el tiempo porque sus últimos administradores no tienen la visión de progreso, ni siquiera de pertenencia por su terruño. Es un municipio donde sus principales vías están convertidas en caminos de herradura y donde se realizan obras a cuenta gotas, es decir por tramos con simples reparcheos, para repartir contratos, práctica que se volvió común en toda Colombia y en Circasia sí que se evidencia.

Y como la mayoría de los municipios del Quindío, Circasia se ahoga en sus vías, no existe un proyecto que le dé respiro a sus calles inundadas por carros parqueados al lado de las aceras con la aprobación de las autoridades respectivas.

El desorden reina en Circasia, y ello es producto del quehacer de sus gobernantes quienes antes de tomar el poder prometen esta vida y la otra, pero que cuando llegan lo único que parecen cumplirle al pueblo es la promesa de ‘parranda’ en la celebración de las fiestas aniversarias que preparan durante buena parte del año con condecoraciones y reconocimientos a bordo. Parece que leyeron muy bien la teoría política de los emperadores romanos: “Al pueblo circo y pan” para mantenerlo alejado de los asuntos del gobierno.

Circasia sigue igual que hace 60 años, detenida en el tiempo, producto de la desidia de sus gobernantes que nada hacen ante la aguda crisis de la caficultura y del campo en general, y sin propuestas ni proyectos para combatir el desempleo que cada día ahonda más la crisis económica y social de los habitantes de La Ciudad Libre de Colombia. Circasia está huérfana de gobierno.

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