• JUEVES,  25 ABRIL DE 2024

Editorial  |  05 septiembre de 2018  |  12:00 AM

Colombia, una verdad corrompida

0 Comentarios

Imagen noticia

Decían los antiguos griegos que la verdad es la coincidencia, la igualdad, la conformidad, entre el conocimiento y el ser.

En los planteamientos filosóficos de los estados de la mente con relación a la verdad es clara la noción de que la verdad es la armonía entre un sujeto cognoscente, el objeto conocido y la relación entre ambos.

Asimismo, aseguraban que cuando afirmamos con decisión, sin temor a errar la conveniencia entre nuestro concepto y la realidad se tiene la certeza, y que lo opuesto a esta es el error que se da cuando la mente equivoca el objeto y emitimos juicios que no están de acuerdo con la realidad, es decir, caemos en lo que en el común se conoce como la mentira. También está clasificada la verdad moral, que es la conformidad de las palabras con el pensamiento, o sea la veracidad de las mismas y lo contrario, la verdad inmoral.

Colombia está plagada de errores, de mentiras pero asimismo y en mayor proporción de la verdad inmoral. El reciente plebiscito y la consulta anticorrupción hacen parte de esa Colombia llena de errores, de mentiras. Somos el hazmerreír del mundo, y no es para menos, es demasiado ilógico que tengan que hacer una consulta para verificar si queremos o no la paz, que incluso es un derecho plasmado en la Constitución Política.

Igualmente resulta aún más ilógico que convoquen a unas elecciones en contra de la corrupción con siete puntos que en realidad, mirándolos con cabeza fría, no tenían por qué ser sometidos a votación: reducir el salario de los congresistas, cárcel a corruptos, contratación transparente, presupuestos con participación ciudadana, congresistas deben rendir cuentas, hacer públicas las propiedades e ingresos de políticos, no más atornillados en el poder. Como si estos siete males, que todos conocemos, no fueran los culpables de la crisis económica, política y social del país. Por qué votar para quitar un mal si se tiene que erradicar de raíz con las herramientas que nos brinda la Constitución y las leyes.

Nos dejamos manejar una realidad que todos sabemos son los mayores males que siguen hundiendo a Colombia en la vergüenza, en la desigualdad en donde unos pocos se aprovechan de la ignorancia de una gran mayoría para mantenerse en el poder y vivir cómodamente por cuenta del Erario que desangran sin compasión. Los errores, la verdad inmoral o las mentiras, llámese como se llame, estuvieron y están de moda en Colombia, y lo grave con el aplauso de los mayorías y unos dirigentes en la oposición que indirectamente, o directamente, le siguen el juego a los dueños de la corrupción.

No puede el senador Jorge Robledo, ni la senadora Claudia López, salir a decir a los cuatro vientos que la votación contra la corrupción fue una ganancia. ¡Mentira! De los casi 37 millones de ciudadanos aptos para votar solo lo hicieron 11 millones 500 mil, es decir a 26 millones de colombianos no les importó, fueron lógicos al no votar por una consulta sin razón o simplemente dieron cuenta de su temor, al que los tienen sometidos los mismos corruptos que mantienen el poder, es decir de su ignorancia.

Fue mucha la plata que el expresidente Santos invirtió en publicidad para sostener sus mentiras, plata que se llevaron los canales de televisión y las cadenas radiales de RCN y Caracol dueños del poder en la sombra. Mentiras sobre obras, educación, alimentación, salud tuvieron más promoción que la misma programación. Y que decir en el Quindío y en Armenia, las mentiras sobre la valorización y sobre obras en educación, vías y salud, estuvieron y están a flor de piel.

La ignorancia, dicen también los griegos, se divide en dos: la ignorancia y el no conocimiento. Este último es cuando el sujeto no conoce nada del objeto, es decir, es nuevo para él. Un campesino que jamás ha pisado una escuela tiene no conocimiento de la raíz cuadrada, así como un ciudadano común que no sabe nada del campo tiene no conocimiento de la siembra de cebollas.

La ignorancia por su parte, se presenta cuando se ha tenido la oportunidad de saber sobre el objeto, y es más acentuada aun cuando ese objeto se repite varias veces ante el intelecto del sujeto y este no lo asimila adecuadamente, lo que indica que los colombianos en una gran mayoría somos ignorantes.

PUBLICIDAD

Comenta este artículo

©2024 elquindiano.com todos los derechos reservados
Diseño y Desarrollo: logo Rhiss.net