Hay en Armenia un enorme miedo, por parte de muchas personas, de consumir el agua del acueducto que suministra Empresas Públicas, tras las diversas denuncias hechas por distintas personas que creen conocer los detalles de la calidad del agua, y aseguran que está altamente contaminada.

Se trata de particulares, no de entidades del sector, ni de organizaciones de investigación sobre el asunto, con reconocimiento regional o nacional. Pero lo más grave es el eco que algunos medios de comunicación, equivocados, sin duda, le han dado a esas versiones. No se han tomado el trabajo, esos medios, de buscar las voces autorizadas, las instituciones del Estado, los laboratorios de investigación destacados, que corroboren o desmientan esas versiones.

La autoridad ambiental del Quindío se llama Corporación Autónoma Regional del Quindío y en sus análisis no encontró razones para decir que el agua que beben los armenios es un agua mala. Tampoco lo hizo el laboratorio encargado para tal fin, de la universidad Tecnológica de Pereira. Y, las máximas autoridades de agua potable en Colombia, la Superintendencia de Servicios Públicos, el Sistema de Información de la Vigilancia de la Calidad del Agua para Consumo Humano, y el Sistema Nacional de Vigilancia en Salud Pública no han dicho nada sobre esa posible contaminación, ni tampoco la secretaría de Salud del Departamento, que también hace mediciones sobre este particular.

En clínicas y hospitales de Armenia no hay reportes de personas afectadas, con gastroenteritis o enfermedades similares provenientes del consumo del agua de la ciudad. Si lo que dicen los denunciantes, replicados por medios de comunicación irresponsables, fuera verdad, la ciudad estaría en una gran emergencia sanitaria, y no lo está. Aquí lo que hay es terrorismo informativo y eso debería de ser castigado.

Cosa distinta es que haya riesgos por contaminación de las aguas que son fuente para el acueducto de la ciudad. Eso no se descarta en Armenia ni en ningún municipio de Colombia. Cartago, por ejemplo, toma el agua de su acueducto de uno de los ríos más contaminados de la región, el río De la vieja. El agua del río Quindío y sus afluentes, como Navarco y Boquía pueden tener un grado de contaminación, por falta de plantas de tratamiento de aguas residuales en Salento, pero eso no significa que esa agua, con cualquier grado de contaminación, sea la que se consume en Armenia. Una planta de aguas como la de Armenia goza de todas las garantías técnicas industriales de calidad, que garantizan agua potable a la población, de eso estamos seguros.

De manera que lo que ha habido en las últimas semanas en Armenia ha sido un discurso terrorista, más que una amable información preventiva. La forma como se ha presentado esta alerta desde varios individuos, ambientalistas, no deja de ser una desacertada orientación de comunicación que se debe corregir. Bueno es advertir, incluso criticar, pero sin caer en los excesos del terrorismo informativo, que puede crear un pánico generalizado entre los ciudadanos.