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Editorial  |  07 noviembre de 2017  |  12:00 AM

Microtráfico, a la mesa de los alcaldes

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Uno de los grandes desafíos de la seguridad en las ciudades es el microtráfico de drogas alucinógenas. Los alcaldes de las ciudades capitales de departamentos reunidos la semana pasada en Bogotá, así se lo hicieron saber al gobierno nacional, al sistema de justicia y al Congreso de la República. En un comunicado, los alcaldes dijeron que el microtráfico es uno de los mayores desafíos a la seguridad ciudadana, ya que está asociado con la comisión de conductas delictivas como homicidio, hurto, lesiones personales y extorsión, lo que lo convierte en un grave problema de salud y seguridad pública.

Y están preocupados los alcaldes, con razón, por los cambios de jurisprudencia recientes que pasan de la dosis mínima a las dosis de aprovisionamiento, lo que ha generado dificultades en la operatividad para combatir las organizaciones criminales dedicadas al tráfico de drogas y ha desprotegido entornos como los parques y las zonas escolares. Un problema latente, que se percibe en cada esquina no solo de las ciudades capitales, sino de todos los pueblos de Colombia.

Lo más grave de todo es que está comprobado, según los alcaldes, que con el fin de ampliar su mercado, los traficantes de droga han tomado como objetivo a población joven y vulnerable.

Según estudios recientes, revelado en el comunicado de los alcaldes de ciudades capitales, el consumo de cocaína en Colombia, entre la población universitaria, aumentó en un 12 % entre 2009 y 2016, (pasando el consumo de 2,4 % en 2009 a 2,7 % en 2016). La situación de la marihuana es más alarmante: desde 2009 su consumo ha aumentado en un 50 %”. Un verdadero drama al que no se le puede dar la espalda.

Respaldamos a los alcaldes cuando piden que la política criminal en materia de drogas no se debilite y que se combata con especial fuerza del Estado las organizaciones criminales que venden drogas a menores de edad. Ahí está la clave de la lucha contra este flagelo, ser más severos con los expendedores a menores de edad. Si un muchacho llega a su mayoría de edad, 18 o 20 años sin la adicción, su vida puede transcurrir con más felicidad y tranquilidad.

 

También tienen razón los alcaldes cuando piden que se realicen investigaciones regionales integrales, que involucren a todas las autoridades competentes para atacar todo el ciclo del narcotráfico desde la producción, distribución, comercialización y flujo de capitales. Si no hay una integración de autoridades, desde aquellas encargadas de vigilar la producción, hasta los flujos de capitales que se mueven, con testaferros en todas las ciudades, no habremos hecho nada. Es el trabajo en conjunto, en equipo, con toda la inteligencia posible que hace factible combatir este horrible mal que corroe nuestra sociedad.

En el mismo sentido, es necesario ir detectando el aumento del consumo de drogas sintéticas frente a las tradicionales, para desarrollar las correspondientes investigaciones que detenga estas nuevas modalidades de envenenamiento a la juventud. Y el pedido de los alcaldes está en ese mismo sentido, lo que es provechoso, sin descontar que son ellos mismos, los alcaldes, quienes deben liderar, en cada localidad, las acciones a tomar contra este flagelo.

 

En verdad tiene que estar muy mal el país en este tema del comercio y consumo al menudeo de drogas alucinógenas, para que los alcaldes de las ciudades capitales, que regularmente se reúnen para buscar recursos para obras públicas, carreteras, pavimentación de calles, acueductos u otros de infraestructura, en su última reunión se hayan ocupado del microtráfico creciente en las ciudades.

 

Por fin ponen en el tapete un problema que afecta de forma dramática nuestra sociedad, como el microtráfico. Ahora, hay que buscar las soluciones. Y para ello, es necesario pensar, más allá de lo policial, en lo social, en la educación, sobre todo; y en la forma de generar más empleo digno, que propicie mejores condiciones sociales a las familias pobres del país. Sin lo uno ni lo otro, a pesar de la intervención inmediata y fuerte de la Policía, el microtráfico seguirá campante, paseándose sin temores por los cerebros de nuestros niños y adolescentes.

 

 

 

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