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Editorial  |  23 octubre de 2019  |  02:00 PM

Estribillos de la campaña electoral, una alerta

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Da grima, como decía la abuela, leer o escuchar los estribillos, las frases, las premisas o slóganes, como le quieran llamar, de un gran número de candidatos que buscan el favorecimiento del voto de los ciudadanos para ocupar una silla en los concejos municipales, en la asamblea, las alcaldías o la gobernación del departamento del Quindío.

También solía decir la abuela ‘Desde el desayuno se sabe lo que va a ser el almuerzo’. Los estribillos publicitarios de los candidatos a las diferentes corporaciones dejan mucho que desear, sobre todo su poca capacidad de ideas, de ingenio, de convencimiento para llamar la atención, de la reflexión y análisis que debe estar revestido quien va a dirigir de alguna manera los destinos de una ciudad o de un departamento.

Más que rabia, produce desencanto y por qué no decirlo, desilusión y desconfianza con aquellos que se lanzan como candidatos con las frases ajenas y gastadas utilizadas en campañas anteriores, como si no hubieran otras, como si hacer una frase les enfermara la mente o el cerebro. Dan a entender los aspirantes con esta actitud que en Armenia y el Quindío es más fácil gobernar, es decir, hacer nada y ganar mucho, que construir un buen slogan.

Qué falta de respeto con los ciudadanos, denotan con ello que los electores son presa fácil para ganarse sus votos, o simplemente los creen tan ignorantes que no paga hacer un mayor “esfuerzo” para crear un buen estribillo. Las frases están hechas, inventadas ‘para qué gastar pólvora en gallinazos’, dirán muchos de ellos.

“Primero la gente”, “Llegó el tiempo de la gente”, “Se mueve por la gente” son entre otras frases gastadas que hace rato se quedaron en la mente de los sufragantes como un mal recuerdo, porque la prioridad no ha sido para la gente sino para el candidato.

Volviendo a los refranes de la abuela: ‘La comida entra por los ojos”, las frases, las de siempre, no atraen a los ciudadanos que ven en los grandes avisos publicitarios el mismo plato, de igual sabor y sazón de campañas anteriores, hecho que causa más abstención que ganas de cumplir con el sagrado derecho del sufragio.

Hay otros estribillos que carecen de lógica, que no llegan, no se entienden, hechos por los candidatos o sus asesores publicitarios sin estudio alguno, con el ánimo simple de estar a la moda o de no quedarse atrás, que les falta la profundidad de la honestidad, de la sinceridad, del querer hacer y que en realidad producen un efecto contrario al querer ganarse el voto de los ciudadanos.

“Tú y Yo podemos”, “Defensora de Armenia”, “Por todos y para todos”, “Tejiendo Armenia”, “Armando el Quindío”, “#Yo soy”, “Hágale un 14 a Armenia”, “En equipo por Armenia”, “Unidos podemos”, “Armenia no nos da igual”, “Un amigo en el concejo”, frases que dejamos a conciencia de los electores, estribillos que son más “espuma que chocolate”, de nuevo como decía la abuela.

“Es el momento”, el momento de qué y para qué y para quién. “Soñemos juntos por una Armenia mejor”, es decir sólo soñemos porque cambiar la realidad es imposible según esta premisa; soñando nos quedamos cada tres o cuatro años. Que no se nos olvide que “los sueños, sueños son”, como reza aquel bello poema de Calderón de La Barca. “Es posible” que sigamos igual con la corrupción rampante, “Es posible” que yo llegue para solucionar mis problemas. “#Armenia feliz”, les recuerdo, la felicidad solo se alcanza con justicia social, con igualdad de oportunidades, con las necesidades primarias satisfechas de los ciudadanos y sus familias y de ello pocón pocón en esta región y en todo el país en donde la situación politiquera es la misma y peor en la gran mayoría de departamentos. Estos últimos estribillos, están plagados de ilusiones y “el que vive de ilusiones se muere de desilusiones” como nos lo enseñó el maestro Gonzalo Arango.

A las malas frases se une la extravagancia de algunos candidatos que gastan sin medida en grandes cartelones, en carros, busetas y buses modernos que a la larga resultan humillantes para aquellos ciudadanos que no tienen empleo, que no tienen con qué comprar una libra de arroz y les muestran sin ninguna vergüenza cómo se despilfarra la plata con la que ellos mínimamente podrían sobrevivir sin tanta penuria.

No podríamos dejar de mencionar las viejas prácticas politiqueras de la compra de votos, la cantidad de dinero que rueda en las comunas, en los barrios de Armenia y del Quindío en donde supuestos líderes, y esto no es un secreto sino una verdad que todos sabemos y que se volvió parte del paisaje electoral por la falta de una autoridad que mida con el mismo racero, amarran los votos de los candidatos que aspiran de nuevo al poder porque detrás de ellos están los mismos, los padrinos corruptos de siempre que desde las cárceles o desde la sombra manejan los hilos del poder.

Hay otros candidatos que no tienen frase, solo el nombre del partido y el número que los representa, por lo menos tienen un poco más de dignidad, respetan el pensamiento de los electores. Pero, en todo caso, como lo hemos dicho antes, no podemos dejar pasar esta oportunidad para que el Quindío vuelva a ser grande. No podemos ser tan ingenuos y dejarnos engañar, empezando por unas frases que no tienen sentido, partamos de ellas para entender que los mismos persiguen lo mismo, el poder y el dinero, nada más ni nada menos que sus intereses personales.

Hay que despertar, aprovechar la oportunidad que se nos brinda este 27 de octubre, que sea una fecha histórica, inolvidable. Sacudirnos, evaluar nuestras derrotas, levantarnos de ese letargo, de esa enfermedad en la que nos han mantenido sumidos nuestros dirigentes corruptos, falsos, mentirosos que a pocos días de las elecciones nos los muestran en sus prácticas delincuenciales como una señal para que cambiemos de una vez por todas el rumbo de los habitantes de esta tierra prodigiosa, del Quindío y de sus municipios.

 

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