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Editorial  |  30 octubre de 2019  |  01:10 PM

Los periodistas ‘hijueputas’ de Piedad Correal

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La alcaldía de Armenia la definieron los medios de comunicación, es decir, el periodismo, y las redes sociales. La abogada Piedad Correal Rubiano lideraba todas las encuestas faltando 10 días para las elecciones. Y dijo, en privado, lo que casi todos los políticos comentan en estos debates: quién los apoya, cómo lo hacen, las conexiones que tienen con los gobiernos y los contratos y, su beneplácito o malestar con los periodistas que informan sobre sus campañas. Lo peor de la señora Correal no fue tanto decir que el alcalde Castellanos la apoyaba a través de la funcionaria Sandra Bibiana Aristizábal, sino el madrazo que le pegó a los periodistas: “…esos hijueputas periodistas…”. Pues, esos “..hijueputas periodistas…” se la cobraron, y no solo revelaron toda la conversación, los famosos audios donde ella se auto incriminó, sino que los hicieron virales, lo que, sin duda, opacaron su buen nombre e hizo que muchas personas desistieron votar por ella.

Hay que decir que una de las profesiones más criticadas por la sociedad es el periodismo. Los oyentes de radio, los televidentes y los lectores de revistas y periódicos se vuelven cada vez más expertos en criticar a los periodistas que preparan el material que ellos devoran a diario. ¿Usted es periodista? Entonces es chismoso, vendido, hipócrita, cínico, politiquero, lagarto, lambón, y como dijo la señora Correal, un “hijueputa”. Tal vez por esto el gran pensador antioqueño Fernando González siempre dijo: “Me repugna el periodismo”.

Pero, ¿por qué hemos caído los periodistas en esos conceptos tan bajos? No hay duda, porque muchos colegas tienen ese comportamiento y es lógico que el público nos mida a todos con el mismo rasero. Y aquellos pobres colegas que han caído de rodillas frente al dinero y al poder, que han perdido lo más importante de la vida presente de un ser humano, la libertad y la dignidad, tienen solo parte de la culpa de mancillar la profesión de una forma tan vil. Y decimos que no tienen toda la culpa, no por congraciarnos, sino por tratar de ver más allá, pues los mayores responsables hay que buscarlos en los dirigentes, en aquellos que ostentan el poder político y económico en cada lugar. Es decir, son tan responsables de mancillar y enlodar la profesión, tanto los periodistas mismos, como los políticos y poderosos económicos de cada región.

No cabe duda de que lo que le interesa al poder, más allá del control de los medios, es el control del mensaje. Aquellos que tienen el poder económico y político muchas veces no tienen el control de los medios, pero pueden controlar el mensaje, comprando con dinero, con prebendas, con publicidad, con contratos, con viajes estrambóticos a los periodistas que si bien no son dueños de los medios (en muchos casos) sí manejan el mensaje. Por eso es que los independientes, casi siempre, son marginados de los medios, con pocas excepciones, por su condición social (miembros de las oligarquías) o por su extraordinaria capacidad intelectual.

Hay que recuperar la independencia en el mensaje, si no podemos ser propietarios de los medios, seamos propietarios del mensaje. Independencia en el tratamiento de la información, en su difusión en libertad, en la pluralidad de fuentes y de opciones, pero sobre todo en la responsabilidad social que nos asiste a los medios y a los periodistas, como dice Juan Luis Cebrián, citando a McLujan. Ahí debe estar la respuesta a la agresión que hacen los poderosos a los medios y a los periodistas, ahí debe de estar la respuesta al ‘hijueputazo’ que nos pegó la señora Correal. Entre otras cosas, se extrañó, en el momento del incidente, el pronunciamiento de los gremios periodísticos de la región frente a una afrenta tan grave.

Compartimos plenamente la opinión del periodista polaco Ryszard Kapuscinski (q.e.p.d.) cuando afirmaba que “...los cínicos no sirven para este oficio...” Este hombre, periodista que fue corresponsal de casi todas las guerras del siglo XX, después de la Segunda Guerra Mundial, decía: “...nuestra profesión no puede ser ejercida correctamente por nadie que sea un cínico...una actitud incompatible con la profesión de periodista. El cinismo es una actitud inhumana que nos aleja automáticamente de nuestro oficio, al menos si uno lo concibe de una forma seria...”. Kapuscinski plantea también que “...para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser un buen hombre o una buena mujer, buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas...”

Miguel Ángel Bastenier, el gran periodista del País de España, daba cuatro consejos que todo buen periodista debe seguir: 1) Ser honestos por encima de toda consideración; 2) Sacrificio, pues es un trabajo de 24 horas, entregado a lo colectivo, por encima de las prebendas personales; 3) Profundizar constantemente en conocimientos, el que no lo haga está muerto; 4) No considerar el periodismo como un medio para hacerse rico. Y por supuesto, no ser cínico.

Terminadas las elecciones, los periodistas debemos de hacer una reflexión muy seria sobre lo sucedido, especialmente con el episodio de la señora Piedad Correal Rubiano. De ella, todavía estamos esperando unas disculpas públicas, que diga exactamente a quién o quiénes se refería, porque con su declaración y con el silencio de los gremios periodísticos, todos quedamos enlodados en el mismo balde de ‘hijueputas’.


 

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