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Editorial  |  22 septiembre de 2017  |  12:00 AM

El día sin carro en Armenia

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Armenia es la única ciudad capital del Eje Cafetero que no participa del Día Mundial sin Carro de una forma obligatoria con sus ciudadanos, sino que lo ha dejado al libre albedrío de su gente. Esta idea, que no es nada nueva ni mucho menos nacida en nuestro país como creen algunas personas, surgió en la década del setenta y no propiamente dicho como una defensa del medio ambiente o de la capa de ozono, destruida por las emisiones de gas carbónico. Los primeros que empezaron a expresar la necesidad de desincentivar el uso del vehículo lo hicieron como una alternativa frente a la crisis petrolera, que, para entonces, tenía una baja producción y unos precios exorbitantes.

Hoy en día esta es una práctica dirigida a quitarle contaminación a las ciudades, por un lado, pero sobre todo, bajarle al trancón que ocasionan los vehículos en calles y avenidas de todas nuestras urbes. Y, para tal fin, se llama al uso de la bicicleta. Ya mucha gente lo hace en varias ciudades del país, donde montarse en bicicleta para ir al trabajo o a estudiar o a hacer las ‘vueltas’ de la casa se viene convirtiendo en rutina y costumbre.

En el Eje Cafetero aún no pega muy bien esta práctica, especialmente en el Quindío, donde a pesar de tener una topografía relativamente plana, aún viviendo en una montaña, a la gente le da pereza salir en su bicicleta y dejar el vehículo a un lado, como sí se hace mucho más en Manizales, donde la topografía es verdaderamente ‘parada’.

Para incentivar esta práctica, el alcalde de Armenia Carlos Mario Álvarez creó bicicarriles en la avenida Bolívar, sobre la carrera 15 y en la carrera 18, entre otros lugares, lo que ofrece seguridad a los ciclistas, pues antes se salía a la calle en cicla a pelear con buses, camiones, taxis, motos y otros carros particulares, con el peligro de terminar accidentado y muchas veces muerto. Desde que existen los bicicarriles, los muertos en bicicleta han disminuido.

Sin embargo, hay unas zonas de estos bicicarriles que, verdaderamente, son un suplicio para transitarlas en el ‘caballito de acero’. En la carrera 15 ese carril es tan pequeño que hasta el tránsito de una sola bicicleta se vuelve peligroso, pues la persona que va encima de este pequeño vehículo de pedal corre el riego de chocar contra el sardinel del andén o contra los taches separadores de la vía vehicular. Eso quedó mal hecho y lo que está mal hecho hay que arreglarlo. En toda esa ruta, la carrera 15, los andenes son generosos y se les podría ganar medio metro para anexárselo al bicicarril. Lo mismo sucede en algunos tramos de la carrera 18, tanto en el centro como en la zona hacia el barrio Galán.

Hay que impulsar el uso de la bicicleta, hacer bicicarriles, pero hacerlos bien, porque nada nos ganamos con poner los taches amarillos sobre la vía vehicular, solo para que estorben y la gente se tropiece, sin que los ciclistas los utilice. En aquellos sitios donde este carril es tan estrecho, se ven a diario ciclistas que prefieren la calle, la misma por donde van los vehículos, que arriesgarse a tropezar con el sardinel o con los taches.

Si los gobiernos municipal y departamental dejaron al libre albedrío de los ciudadanos la decisión de utilizar o no hoy la bicicleta u otro medio diferente al vehículo, en el Día sin Carro, por lo menos deberían de dar ejemplo, viniendo a sus respectivos trabajo en un medio diferente a sus vehículos y estimular a todos los funcionarios que lo hagan igual. La Corporación Autónoma Regional lo hizo, lo mismo que otras entidades, pero sería bueno que así actuaran todos.
Montémonos hoy en la bicicleta, o por lo menos caminemos, como una medida de ayuda al medio ambiente, porque para salvar la Tierra, definitivamente no hay plan B.

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