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Editorial  |  10 noviembre de 2020  |  10:15 AM

Veeduría para el posible regreso a clases

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Hace unos meses EL QUINDIANO publicó un artículo en el que señalaba que la “Veeduría Ciudadana para la Infraestructura Educativa en Armenia y el Quindío integrada por miembros de la junta directiva del Sindicato Único de los trabajadores de la Educación del Quindío, Suteq, padres de familia, estudiantes, docentes y rectores y conformada en el 2019”, venía denunciando la afectación que padece el sector educativo oficial de esta parte del país ante el incumplimiento y aplazamiento de las obras de construcción en 13 colegios del departamento del Quindío.

A las tan prometidas y fallidas obras proyectadas desde el 2015 se les otorgó un nuevo plazo para su reinicio después fracasos y controversias desde el 2017 por el incumplimiento en las obras. A mediados de 2019 se acudió a terminación anticipada de las obras, dados los incumplimientos en las fechas de entrega. A finales de 2019 hubo unas reasignaciones y entran dos nuevos consorcios Santo Tomas AM y CIA, y la interventoría Consorcio Educativo MYV CONTROL que tiene reasignados las 3 obras del departamento y 6 de Armenia. La fechas de reinicio fueron pactadas para el 30 de noviembre de 2020, es decir que estamos a escasos días para que arranquen las cacareadas obras de los prometidos 13 colegios para el departamento del Quindío.

Y ahora más que nunca tendrá que estar atenta la “Veeduría Ciudadana” del Suteq y padres de familia para que esta vez no sea otra “mamada de gallo” del gobierno nacional, departamental y municipal que por su silencio y falta de intervención dan a entender que poco o nada les importa la educación de los quindianos.

Esa Veeduría Ciudadana para la Infraestructura Educativa de Armenia tiene que ir más allá de la vigilancia del cumplimiento de las obras. La pandemia lo ha cambiado todo, como tantos lo han dicho. Tiene la responsabilidad el Suteq a través de su veeduría y todos los docentes –ante la incapacidad del gobierno- de velar por la salud y la vida de la comunidad educativa de Armenia y del Quindío.

Hay que estar atentos no solo con los nuevos colegios -que nos imaginamos contarán con nuevas normas en la construcción de servicios sanitarios y lavamanos así como nuevas medidas de espacios para los estudiantes- sino también con los que existen, cuyas baterías sanitarias en su gran mayoría son un completo desastre, un atentado contra los estudiantes. Para todos es sabido que una gran cantidad de planteles educativos cuentan con 4, 5, 6 sanitarios e igual números de orinales y lavamanos en condiciones de deterioro para atender poblaciones de 500, 800 y más de 1.000 estudiantes.

La pandemia también trae sus beneficios. El Covid-19 sacó a luz pública el abandono en que se mantienen las baterías sanitarias de los colegios y ahí es donde ahora más que nunca debe el sindicato y sus maestros estar vigilantes, de hacer cumplir los protocolos de bioseguridad con todas las de la ley, con revisión minuciosa, con protestas ciudadanas si es necesario porque está en juego la vida de los estudiantes y la de sus familias.

Es cierto que en los últimos meses se hizo entrega de restaurantes, baños y otras reparaciones en varias sedes educativas de Armenia, que a propósito estaban programadas desde el 2017 con una inversión de más de $2.000 millones, y que esta administración solo ha tenido que cortar la cinta. Pero no es menos cierto que sobre esas obras también se tendrá que hacer veeduría por parte de los maestros. E igualmente sobre los elementos de bioseguridad destinados para la 72 sedes educativas del municipio: lavamanos portátiles, tapetes desinfectantes, gel antibaterial y termómetros para lo cual se destinaron $187 millones de pesos, es decir que a cada sede le corresponde un aproximado de $6 millones, que no creemos sea suficiente para tal propósito.

Y aún más. Otra parte positiva de la pandemia, se tiene que acabar con el hacinamiento por obligación. La norma de 25 estudiantes en preescolar, 35 en primaria y 40 en bachillerato en un espacio de 1.3 metros por estudiante quedó sin piso. El posible regreso a las aulas sería del 30 por ciento de la matrícula en cumplimiento a los protocolos de bioseguridad.

El Suteq en varias ocasiones había denunciado las condiciones de higiene en los baños de las instituciones educativas. Ahora la atención se debe centrar en la exigencia de calidad de las baterías sanitarias tanto para estudiantes como para maestros, en el cumplimiento de los protocolos de bioseguridad y entre ellos uno de los de mayor importancia, el distanciamiento.

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