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Editorial  |  23 septiembre de 2017  |  12:00 AM

¿Capital de cuál Eje Cafetero?

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La ciudad de Pereira se ha autodenominado capital del Eje Cafetero, una perogrullada del alcalde Juan Pablo Gallo con el insano propósito de promocionar su ciudad por encima de Armenia y Manizales, acudiendo a la antigua competencia y rivalidad entre las viejas ciudades del antiguo Caldas.

En casi todas sus salidas públicas nacionales, en vallas y publicidad por radio, Pereira aparece como la capital del Eje Cafetero, lo que se ve como una displicencia, como un tratar de apocar las demás capitales de departamentos de la región.

En materia de turismo, por ejemplo, que finalmente fue lo que le dio a estos departamentos la denominación de Eje Cafetero, el Quindío siempre ha llevado la delantera, y se ha constituido en una unidad territorial de parques temáticos, hoteles, finca hoteles y paisajes para la recreación. Sin embargo, nunca hemos hecho ostentación de esta primacía que hemos llevado sobre los otros dos departamentos, al contrario, la lucha ha sido por integrarnos para ofrecer un producto turístico juntos.

De lo que sí estamos seguros es que al alcalde Gallo se le ha ido el tiro por la culata, porque estos departamentos ya no son Eje Cafetero, en la medida que perdimos desde avanzada la década del 90 del siglo XX, tras la crisis cafetera del rompimiento del pacto de cuotas, la calidad de primeros productores del grano en el país. Ni Risaralda, ni Caldas, ni Quindío figuran ahora entre los primeros cinco productores del país, cada vez somos menos café y más otras cosas.

Solo el departamento del Huila produce más café que el Eje Cafetero. Caldas, Risaralda y Quindío tienen 102.000 hectáreas cultivadas, mientras que Huila ya alcanza las 154.980 hectáreas. Y lo siguen departamentos como Antioquia, con 130.000 hectáreas, Tolima con 117.000, Cauca con 88.000 y Valle del Cauca con 67.000. De manera, doctor Gallo que, si no lo sabe, el Eje Cafetero, en la realidad económica y productiva, ya es otro, integrado por Tolima, Huila y Cauca. Y si se quiere, se integra territorialmente mejor a Nariño, que tiene sembradas 30.000 hectáreas, muchas más que el propio Quindío.

Para competirle a Pereira, el alcalde de Armenia debería de declarar su ciudad como la capital del Paisaje Cultural Cafetero, tras la potencialidad que tienen los municipios de nuestro departamento con relación a las dos principales variables de esta denominación: el paisaje y la cultura cafetera. Sin embargo, aunque sabemos que se lo han sugerido, no la ha hecho, pues es respetuoso de los 47 municipios que tienen esta potestad que les dio la Unesco como Patrimonio de la Humanidad y que no todos están en nuestra jurisdicción política administrativa.

El café ya no representa para nosotros, económica ni socialmente, lo que fue antes de 1990, sin embargo, vivimos de lo que nos dejó, de lo que nos enseñó su cultivo y, en gran medida, gozamos de las utilidades sociales que esparció por nuestro suelo. En lo que debemos estar todos de acuerdo es en no dejar morir este patrimonio cultural. Hay que procurar darle la mano a los cultivadores del grano, ofrecerles garantías, comprarles bien sus productos, casi mimarlos, porque, de lo contrario, la cultura cafetera será solo un buen recuerdo.

No más perogrulladas de la capital del Eje Cafetero, ni la capital del Paisaje Cultural Cafetero, tenemos que empezar a respetar la identidad total de la región, para recuperar lo perdido, no como distintos o distantes, sino como hermanos, hijos de una misma cuna.

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