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Editorial  |  14 diciembre de 2017  |  06:06 AM

A Asocapitales le faltan dientes

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Muy importante que los alcaldes de las ciudades capitales de Colombia se unan entorno a propósitos comunes, muy especialmente aquel de la planificación territorial y, en el caso de la Décima Cuarta Cumbre que se cumple entre ayer y hoy en Armenia, que se congreguen a discutir sobre la sostenibilidad, la productividad y la competitividad.

Para Armenia es trascendental tener una visión de futuro de estos tres temas, pues pasamos por un momento difícil en los tres aspectos. El Quindío disminuyó su capacidad de competitividad, en el último año, y bajó cuatro puestos con relación a la medición de 2016. Y cuando se habla del Quindío, nos referimos muy concretamente a su ciudad capital, que es donde se desarrolla el grueso de sus actividades. Es, por ejemplo, una lástima saber que los índices más pobres de competitividad los hallemos en innovación y empuje empresarial.

El bajo empuje empresarial de la región nos remite de inmediato a un gravísimo problema de productividad, entendiendo este concepto como la capacidad de producción por unidad de trabajo. La productividad en el Quindío es muy pobre, no solo en el campo, sino también en las actividades urbanas. Esa baja productividad nos habla de una escasa capacidad tecnológica y de innovación. Y, sobre este delicado asunto, poco estamos haciendo, tanto desde los liderazgos gremiales, empresariales, políticos, gubernativos y académicos.

Para nosotros es trascendental hablar de sostenibilidad, un término que se escucha muchos en boca de los políticos y los técnicos, pero que en la práctica se aplica poco. La sostenibilidad está relacionada no solo con la conservación medio ambiental, como lo entienden muchos, sino más bien con la capacidad de un territorio de integrar su desarrollo económico y social sin desmedro de la naturaleza. Es decir, es realizar todas las actividades que aseguren las necesidades de una buena calidad de vida del hombre en el presente, sin comprometer los elementos del planeta que van a necesitar las generaciones futuras.

Para Armenia este último tema es muy importante, cada vez que juega en nuestro entorno el turismo como uno de los renglones principales de la economía quindiana, actividad altamente depredadora si no se hacen los controles pertinentes. Nos urge conservar el paisaje como negocio, para atraer turistas, pero también nos es indispensable conservar las cuencas hídricas, lo que implica mantener vivos los bosques, la fauna y la flora de la montaña. Y, en este sentido, tenemos que hablar de sostenibilidad ambiental, pero también económica, e integrar una con otra en la sostenibilidad total.

Tal vez en eso está pensando el alcalde de Armenia al expedir el Decreto 136 de diciembre de 2017, que derogó el Decreto 064 de 2013 que autorizaba el aprovechamiento urbanístico adicional, al caer en la cuenta de que el perímetro urbano debe coincidir con el perímetro sanitario y con esos aprovechamientos urbanísticos adicionales, hechos sin estudios técnicos, no había en la ciudad una planeación del desarrollo sostenible ni sustentable que apuntara a la calidad de vida de sus ciudadanos. (Ver en esta edición de EL QUINDIANO “Alcaldía de Armenia detiene el desarrollo urbanístico en altura).

Las discusiones de los miembros de la Asociación de Ciudades Capitales de Colombia se tornan muy interesantes, por el intercambio de opiniones y los aprendizajes, pero sus decisiones deben de tener mucha más presión frente al gobierno nacional, pues de nada vale ventilar los problemas si no hay soluciones. Asocapitales no tiene fuerza de ley, como sí la tienen otras instancias de asociatividad, contenidas en la ley 1454 del 2011, relacionadas con el ordenamiento territorial, caso puntual de las asociaciones de municipios o las regiones de administración y planificación. En este sentido, sería conveniente ponerle más dientes a este tipo de organizaciones como Asocapitales, porque de lo contrario, nos quedamos en la ‘pura botadera de corriente’.

El planteamiento, por ejemplo, de la atención de los desplazados del conflicto armado en Colombia, que han llegado por miles a las ciudades capitales, no es de poca monta. El gobierno nacional le ha dejado este gravísimo problema de atención de esta población solo a las ciudades, lo que las agobia y las está poniendo en jaque. Los alcaldes, reunidos en Armenia, están en la obligación de hacer una causa común para pedirle al gobierno solución económica y presupuestal a este fenómeno. No hay mecanismos de presión legal, repetimos, pero debe ingeniarse un mecanismo para ser atendidos.

De todas maneras, bienvenida la unidad, la asociatividad, el trabajo en conjunto, no hay otra manera de enfrentar el mundo del presente, azotado por la globalización, el capitalismo salvaje y la depredación de las guerras y las conciencias individualistas y consumistas.

 

 

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