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Editorial  |  30 diciembre de 2017  |  12:00 AM

La independencia del alcalde

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El año que termina para el alcalde de Armenia es positivo, especialmente por su posicionamiento frente a la ciudadanía, los actores ambientalistas y sectores independientes de la ciudad. Su toma de distancia frente a la presidenta del Directorio Departamental Liberal Luz Piedad Valencia, a quien, a decir verdad, le debe su elección, le ha dado un hálito de independencia que muchos ciudadanos valoran. Otros, en cambio, lo están tildando de traidor a la causa liberal del Quindío y de desagradecido con quien no solo lo llevó al gobierno en el cuatrienio pasado, sino que lo puso en la mejor posición política local para que fuera elegido alcalde.

Su toma de distancia de la dirigente liberal hizo que cambiara casi todo su gabinete y dejara de gobernar en cuerpo ajeno. Asumió el cargo con independencia, sí, pero con un equipo de gobierno de bajo perfil, muchos funcionarios de carrera, que seguramente le pueden dar muy buenos resultados en la medida en que ninguno tiene pretensiones políticas y son proclives al alcalde.

Dentro de las decisiones fuertes asumidas por el alcalde estuvo la suspensión de algunas obras del plan de valorización, por un lado, y el aplazamiento de otras, con el argumento de que dichos proyectos estaban desfinanciados. Es decir, de las 11 obras que se les vendieron a los contribuyentes de la valorización, solo se podrán hacer, en este gobierno, cuando mucho, seis, de las cuales hay solo tres terminadas.

Y, en reposición, el alcalde asumió este año su propio plan de obras, para lo cual tiene autorización de hacer un empréstito por $73.000 millones. Entre esas obras, dos muy importantes, un ordenador vial con una vía deprimida en el sector de la carrera 19 con calle 3, zona del cuerpo de bomberos o coliseo del Café. Y la otra, la conexión a través de un puente y otras vías de los barrios Popular y Miraflores con el barrio Berlín, lo que le dará una gran movilidad a la ciudad. Hay obras como el mejoramiento del parque El Bosque para convertirlo en una zona de deportes y recreación; y la conversión de las canchas de El Edén en un espacio no solo masculino, para el fútbol, sino en el más grande sitio para la práctica de todos los deportes.

Muchas personas han considerado que hubiese sido mejor para la ciudad terminar, con ese empréstito, las obras proyectadas con la valorización, no haberlas suspendido y/o aplazado, antes de iniciar un plan nuevo y distinto. Solo el tiempo nos dirá quién tiene la razón en estos asuntos.

El otro reto del alcalde fue detener el crecimiento en altura de la ciudad, en defensa del Paisaje Cultural Cafetero y como una función de la Gestión del Riesgo, pues considera que no hay suficientes estudios técnicos, de suelos y de sismicidad que le permitan a la ciudad ese crecimiento con seguridad, pues Armenia está catalogada como una de las regiones con mayor riesgo sísmico en el país.

Lo malo de esta medida es que ha sido inconsulta. Se hizo unilateralmente. Se desconoció al importante sector de la construcción, que aporta una de las mayores tasas de desarrollo económico en el Quindío y que hubiera podido ofrecer soluciones alternativas que no provocaran lo que están provocando esas medidas, un desconcierto y un limbo para el sector.

En todo caso, a pesar de las medidas polémicas, la calificación que el ciudadano del común hace del alcalde, por haber asumido estas tareas, es buena y, para muchos, valiente. Para otros, como los constructores, es errada, en la medida en que detiene el crecimiento urbanístico, desestimula el sector, los está llevando a la quiebra, a muchos, y, a otros, obligándolos a enrollar sus bártulos y buscar otras ciudades para invertir.

Hay que aplaudir, como en el caso del gobernador, que en estos dos años de administración del alcalde Álvarez no se conocen casos de corrupción que enloden su función. Esperamos que siga en esa tónica, que su gobierno termine sin mancha, y que logre una concertación con el importante sector de la construcción porque, para la ciudad, nada mejor que la armonía de sus gobernantes con sus gobernados.

 

 

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