Armenia ingresó al grupo de ciudades sostenibles y competitivas, luego de una propuesta realizada por el alcalde José Manuel Ríos Morales. Esta era una idea que venía rondando hace cerca de una década, pero que no se había podido concretar. Llegó Armenia en forma tardía a este grupo, que ya tiene 23 ciudades capitales de Colombia, pero como se dice popularmente, es mejor tarde que nunca.

Una de las apuestas más importantes de ser una ciudad sostenible y competitiva, es el tema ambiental. En ese entendido, Armenia debe convertirse como la capital verde de Colombia. Y uno de los primeros propósitos, sin duda, es sanear sus quebradas, enfermas por el depósito permanente en ellas de las aguas residuales, de todas aquellas aguas negras que provienen de viviendas, fábricas, hospitales, comercios, etc.

Hay que aplaudir la decisión del alcalde Ríos de iniciar el proceso de descontaminación de la quebrada La Florida, una las fuentes hídricas que más descargas recibe, incluyendo todas las del sistema de salud en el norte de la ciudad. Se van a invertir $87.000 millones, de los cuales el municipio aportará $20.000 millones, obtenidos en un empréstito; Empresas Públicas de Armenia pondrá $10.000 millones y CRQ otro tanto. Los restantes $47.000 millones podrán venir del gobierno nacional, incluyendo de Findeter, la entidad que promueve las ciudades sostenibles y competitivas.

No hay que olvidar que el compromiso de descontaminar las aguas de Armenia, por mandato legal, también es del gobierno nacional, a través de los ministerios de Salud, Vivienda y Medio Ambiente. En La Florida hay que construir los colectores de las aguas negras para llevarlas a una gran piscina de descontaminación, similar a la que ya funciona en el sur occidente de la capital quindiana, sector conocido como La Marina.

Sin embargo, estas dos plantas no son suficientes, y es necesario ir pensando en por lo menos una más, en el noroccidente de Armenia, para ir completando el esquema total de descontaminación de nuestras quebradas, que están en medio de relictos boscosos, a los que también es necesario ponerles la mano. Esos relictos bien cuidados son los que nos darán el título de Capital Verde de Colombia.

En este sentido, Armenia puede ser la ciudad más linda de América Latina. Lo puede ser si conservamos sus cañadas, que no son nada más allá, como queda dicho, que relictos del bosque tropical andino. Los promotores turísticos se quejan de la falta de atractivos en la capital quindiana, a diferencia de los demás municipios que tienen su parque temático o su parque natural. Esa queja es vana. Armenia tiene el atractivo más bello de todos: las cañadas.

El problema ha sido que no hemos caído en la cuenta de la importancia de eso que despectivamente llamamos ‘cañada’. Si sumamos el número de cañadas en Armenia y lo comparamos con el pavimento y el ladrillo de la ciudad, entendemos que hay muchas más hectáreas en árboles nativos que urbanizadas, es decir, vivimos en un bosque tropical andino urbano.

¿Pero cómo conservar este bosque? Es necesario elevar las cañadas de Armenia a la categoría de Patrimonio Cultural y Ambiental de la ciudad. Si no lo hacemos, en pocos años ya no existirán, porque el capitalismo salvaje las habrá tapado para hacer casas, pasar vías, o rellenos sanitarios. En los últimos gobiernos perdimos 7 cañadas, muchas quebradas fueron canalizadas a través de box Colbert, y desapareció el bosque.

Complementario a la declaración de Patrimonio Cultural y Ambiental es necesario hacer una intervención real de las cañadas. Hemos dicho desde hace más de una década que cada una de esas cañadas o relictos boscosos tengan un parquero, que viva allí con su familia en una casa de madera, típica de un bosque, para desarrollar las siguientes labores: construir una entrada al bosque llena de flores, informador turístico, hacer un sendero ecológico, cuidar el bosque, sus árboles y sus animales. ¿Se imaginan ese bosque, con esa casa, con la entrada llena de flores? Y saber que la ciudad está llena de cañadas.

Este proyecto se puede financiar por cuatro vías: La entidad donde está el patrimonio: Municipio de Armenia; la institución turística: Secretaría de Turismo departamental; el organismo ambiental: Corporación Autónoma Regional del Quindío; y el gobierno nacional a través del dinero de Saneamiento Básico del Sistema Nacional de Participación, el Ministerio de Ambiente y la propia Red de Solidaridad Nacional, que financia la creación de empleo. Y para evitar el clientelismo y la politiquería, su administración y gerencia estaría a cargo de las organizaciones ecológicas de la ciudad.

Si logramos la declaratoria de Patrimonio Cultural y Ambiental, tendremos la posibilidad de encontrar financiación internacional. Para nadie es un secreto que hay ONG internacionales, sobre todo en Europa, que se babean por proyectos de estos, si los mismos tienen organización, apropiación e identidad. No será difícil conseguir financiación internacional para mantener y cuidar estos bosques si tenemos la declaratoria de Patrimonio Cultural y Ambiental.

Declarar estos relictos boscosos como Patrimonio Cultural y Ambiental, que lo debe de hacer el concejo municipal, es salvarlos de la depredación de la construcción y darle vida a la vida en la ciudad, a la que, seguramente, con mucha avidez se le declarará como Capital Verde de Colombia.

Con este proyecto estaremos interviniendo en varias cosas: turismo, tendríamos un gran atractivo en Armenia; medio ambiente: seremos la mejor ciudad ambientalista de América Latina; estética: nos convertiremos en la tacita de oro de Colombia, la ciudad más bella por su verdor; empleo: generaremos más de 200 empleos directos, y vivienda: 200 familias tendrán casa.

Este es un sueño posible porque la materia prima, las cañadas, ya las tenemos. Y se puede replicar en cada uno de los municipios del Quindío. Los invito a que trabajemos juntos para convertir en realidad este sueño y dejarles a nuestros hijos un mundo mejor del que encontramos.