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Editorial  |  17 enero de 2018  |  12:48 AM

Triste devenir cafetero

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No va a ser fácil este año 2018 para los cafeteros, como tampoco lo fue el 2017.

No va a ser fácil este año 2018 para los cafeteros, como tampoco lo fue el 2017. La disminución de la cosecha en departamentos como el Quindío fue del orden del 40% y, aunque no ocurrió en todo el país, si hubo un bajón general que aporreó a los cultivadores del grano, especialmente en las zonas tradicionales del Eje Cafetero, Antioquia, Valle del Cauca y Tolima.

Aunque el precio no se ha desplomado como en otras oportunidades, durante el último semestre no fue el mejor, si se tiene en cuenta el factor de rendimiento, que califica la calidad del grano, y que muchos caficultores no pueden alcanzar porque su producción tiene graves problemas fitosanitarios, originados en plagas como la broca y la roya, además de la falta de fertilización de las plantaciones por la poca financiación que tiene esta actividad.

El invierno ha sido una variante que ha incidido también en las pocas floraciones que hubo en el 2017, lo que provocó la baja de la producción. Este año, el panorama pinta igual, o peor, al menos para los productores del Quindío y el Eje Cafetero. El fenómeno de La Niña, aunque de baja intensidad, no ha permitido una buena florescencia, lo que prevé que el grano para recolectar a final de este año será muy poco.

A esta situación de producción se le agrega el fuerte apretón de cinturón que les hizo a los caficultores el Comité Nacional de Cafeteros ajustando el factor de rendimiento, bajándolo de 94% a 92,8%. En otros términos hay que entregar a los compradores un café de mucha más calidad para que le reconozcan al caficultor la misma plata de antes, lo que es muy difícil y, por tanto, el productor debe resignarse con recibir menos dinero por sus granos.

Aunque hay anuncios de dinero para renovación de cafetales este año, eso no significa un alivio para el caficultor. La verdad, la mayoría de los productores están inconformes con el comportamiento de los directivos de su gremio, pues los programas y propuestas no son efectivos, en la práctica real, para el mejoramiento de las condiciones de vida del propietario de los predios, pues la comercialización del grano les resulta tortuosa.

No se ven soluciones a la vista en las propuestas de los directivos del gremio. Por el contrario, si el precio externo sigue bajando y en una proporción igual el precio del dólar en Colombia, sumado al fenómeno de La Niña y al apretón de cinturón en el precio de compra con el nuevo factor de rendimiento, los días que se avecinan para los caficultores serán muy difíciles. Y, aquello que ayudaba al cafetero en su predio, el cultivo del plátano, ha visto caer estruendosamente los precios en el último año, lo que provoca una estocada peligrosa para la estabilidad económica de las fincas.

De manera que, no solo la Federación de Cafeteros y el gobierno nacional deben revaluar sus políticas y mejorar la ayuda al productor, que básicamente es en mantener un precio estable y de sustentación, sino también lo deben hacer los gobiernos territoriales, promoviendo la asociatividad y subsidiando algunos procedimientos. De no hacerlo, los días oscuros de la caficultura del Quindío seguirán sin que nadie los detenga.

 

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