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Editorial  |  30 enero de 2018  |  07:05 AM

Comparendo a compradores ambulantes, ¿un chiste?

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Esa medida, sin duda, es una alcaldada, como se dice popularmente.

Mucha gente no sabe si reírse, o burlarse, o asombrarse. En todo caso, la medida de la Secretaría de Gobierno y Convivencia de Armenia de hacerle un comparendo sancionatorio a una ciudadana porque compró un chontaduro a un vendedor ambulante en una esquina de una calle en Armenia, parece un chiste de esos flojos que aparecen pregrabados en el programa Sábados Felices.

El gobierno de Armenia utilizó el artículo 140, numeral 6, del nuevo Código de Policía, para sancionar a la dama. Esa norma, a la letra dice: “Promover o facilitar el uso u ocupación del espacio público en violación de las normas y jurisprudencia constitucional vigente”. (Quien lo haga será objeto de una medida correctiva, multa). Y multaron a la señora que compró el chontaduro con una sanción pecuniaria de $835.000.

La pregunta que se le ocurre a la mayoría de la gente es si comprar un chontaduro en la calle es promover y facilitar el uso u ocupación del espacio público. La Constitución y la ley no le prohíben a ningún ciudadano comprar en la calle un artículo legal. No hay en este hecho una violación de ninguna ley.

Esa medida, sin duda, es una alcaldada, como se dice popularmente. Ahora bien, el argumento es que al vendedor a quien se le compró no tenía licencia de la alcaldía. Es decir, si hubiera tenido licencia, aunque estuviera ocupando el espacio público, la acción no hubiera sido objeto de sanción. El problema no es la licencia, señor alcalde, ni tampoco que una persona compre en la calle, esto último es absolutamente legal. El problema es distinto, que no se resuelve con una niñada, con una acción pueril y ridícula como la aplicada.

Lo mismo sucede con el vendedor ambulante que comercializó el chontaduro, la Corte Constitucional ha dicho, en una amplia jurisprudencia de protección al derecho al trabajo de los vendedores informales, que ellos ocupan el espacio público porque el gobierno no les da solución a su problema de empleo, lo que deben hacer los mandatarios locales. He ahí una parte del verdadero problema, la incapacidad del gobierno de resolver este fenómeno del desempleo.

Si la solución es multar a los compradores ambulantes, entonces hay que sancionar pecuniariamente a la mitad o a más de la mitad de la población. No alcanzarían todos los funcionarios de la alcaldía para imponer las multas.

En el acto de comprarle a un vendedor ambulante no se promueve ni se facilita el uso del espacio público, pues esto solo lo hace el desempleo, la pobreza, la desigualdad, el subdesarrollo, y los responsables de estas desgracias son los políticos, entre ellos aquellos que dirigen las ciudades. El comprador solo está satisfaciendo su apetito, además porque, en este caso específico, los chontaduros no los venden en casi ninguna tienda formalmente organizada.

Recorra las calles de Armenia, señora secretaria de Gobierno y señor alcalde, en las mañanitas y en las tardecitas, para que vea millares de compradores ambulantes de arepas, solas, con mantequilla, con queso, rellenas, con chorizos y con plátano maduro. Vaya, póngales multas porque están promoviendo la ocupación del espacio público. Ellos lo que promueven es satisfacer su apetito y el comercio legal de un producto tradicional de la región.

Si el gobierno sigue en esta tónica, en vez de buscar verdaderas soluciones para la ocupación del espacio público, la próxima vez tendremos que decir, en serio: …y el próximo sábado, más cuentas chistes. ¡Vuélvanse serios!

 

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