Es una lástima que en estas elecciones hayan aparecido azuzadores profesionales en Armenia, utilizando de nuevo propaganda negra para enlodar a los candidatos. Uno de ellos, sin duda, un individuo cuya curul de concejal fue anulada por el Consejo de Estado y que, seguramente, aspira a ser nuevamente elegido con su carga de odios y mentiras.

Pero no ha sido el único. Otros más, inclusive candidatos, se han dedicado en las redes a lo que la comunicación moderna denomina la pos verdad, aquellas mentiras o difamaciones que proponen como verdades y que son falsas, pero que sirven para despistar ignorantes políticos y personas inocentes que no se toman el tiempo para verificar ni averiguar nada.

La campaña en el Quindío ha carecido de argumentos contundentes. No se han hecho visibles propuesta robustas, con contenidos de gran impacto, por el contrario, los aspirantes han estado dedicados a repetir el discurso contra la corrupción, o en favor o no del acuerdo de paz y posconflicto, en el mejor de los casos, pero en la mayoría a atacar a sus contrincantes.

Es increíble que personas como la exgobernadora Sandra Hurtado hable en su discurso público contra la corrupción cuando está cobijada por una destitución del cargo, en primera instancia, precisamente por corrupción, y tiene más de una decena de investigaciones por diferentes hechos de igual calado. Y que otros aspirantes hablen de honestidad cuando tienen en sus filas a los más connotados miembros del staff de condenados penal y disciplinariamente por los entes de control, precisamente por actos de deshonestidad, de robo del erario, en sus antiguas actuaciones en los gobiernos de los municipios y el departamento del Quindío.

Deberíamos de asistir a un debate más serio. De ideas, de programas, de contenidos. Los mismos periodistas somos responsables, en alguna medida, de esta falencia, pues en los foros de candidatos nos dedicamos a preguntar por nimiedades, o por cosas sabidas como la diferencia entre religión y política del Mira, o por las posturas personales del cuerpo o la sonrisa de los candidatos.

Quedan seis días para el día final de estas elecciones a Congreso. Son los días donde afloran los panfletos, los azuzadores, aquellos que utilizan la propaganda negra para desprestigiar. No se dan cuenta que, casi siempre, esa fórmula resulta un bumerang, se devuelve en contra de quien la genera.

Desde esta tribuna pedimos a los candidatos y a sus asesores, mesura, tranquilidad, juego limpio y propuestas robustas que convenzan al electorado. Por lo menos un 20% de los votantes se definen en la última semana, es hora de convencerlos, pero con ideas y promesas posibles, cumplibles, realizables, y no por cuenta del panfleto y la difamación, propia de los ruines y mediocres.