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Editorial  |  08 marzo de 2018  |  12:00 AM

El legado de la Unión de Ciudadanas

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Todas ellas fueron mujeres visionarias, que recordamos hoy con cariño.

Hoy se celebra el día internacional de la Mujer. Bueno es en esta fecha recordar una gesta maravillosa que tuvo lugar en Colombia hace más de 70 años, la creación de la Asociación de Ciudadanas de Colombia, que tuvo su capítulo en el Quindío con el liderazgo de una dama maravillosa, Beatriz Alzate. Y lo hicieron, sin que aún la celebración del día de la Mujer tuviera su trascendencia. Todas ellas fueron mujeres visionarias, que recordamos hoy con cariño.

Esa Asociación fue creada en el Quindío hace 55 años para luchar sin tregua para que la mujer tuviera una participación real, en las mismas condiciones de los hombres en la sociedad colombiana. Hoy, 55 años después de esta gesta local, estamos seguros de que valió la pena la entrega y el esfuerzo de estas mujeres maravillosas, de quienes destacamos a Beatriz por haber compartido con nosotros los periodistas este lindo oficio.

“Nuestra lucha estaba centrada en la inclusión de la mujer. Tratar de ponerlas a ellas en el nivel de los hombres, que se reconocieran sus valores, su inteligencia, su potencial humano para contribuir al desarrollo y construcción de la sociedad. Y creo que lo logramos con las actividades que durante tantos años cumplió la Asociación de Ciudadanas del Quindío”, nos dijo Beatriz Alzate García hace 15 años en su apartamento del condominio La Abadía de Armenia, con su tonalidad aguda y pedregosa, antes de ser exaltada como Mujer del Año por el Círculo de Periodistas del Quindío. Beatriz se nos fue pero la magia de su trabajo por sus congéneres se nos quedó pegada en el alma, que la recuerda hoy con el sentimiento que ella misma nos mostró.

La asociación de ciudadanas mutó luego a la Unión de Ciudadanas de Colombia, creada para lograr el reconocimiento de los derechos políticos de la mujer. Estas mujeres que tenían su fuerte en Medellín, con su Unión de Ciudadanas participaron en la lucha por el derecho al voto en Colombia, que se logró en la realidad en el año 1957.

“Su accionar ha trascendido el discurso por dicho reconocimiento, asumiendo un reto mayor: el de educar para ejercer la ciudadanía plena. Es así como década tras década, la U.C.C ha insistido en la promoción de la totalidad de los derechos declarados por las Naciones Unidas en el año 1948 y ratificados tiempos después por diversos Convenios Internacionales y Leyes nacionales; en desarrollo de esta línea de dirección, ha creado la Escuela de Ciudadanía, que tiene como objetivo fomentar conciencia ciudadana y democrática en las colombianas y colombianos, por medio del conocimiento de nuestra sociedad en general y de los intereses de las mujeres en particular, haciendo visible la importancia del ejercicio pleno de su ciudadanía y de su participación política, ejerciendo el derecho al voto”, según dice textualmente la reseña de la Unión de Ciudadanas de Colombia, capítulo de Medellín.

Eran mujeres de otro tiempo, cuando el machismo y la religiosidad obligaban a callar, a bajar la cabeza, a tolerarlo todo. Por eso, su trabajo y su encomio por exaltar los valores de la mujer y buscar reivindicaciones sociales, académicas y laborales fue tan importante. Ellas abrieron el camino por el que hoy transitan la libertad, la igualdad de derechos y la equidad que cada día se posesiona más en el mundo de las mujeres.

Mujeres como Beatriz Alzate lo dieron todo en defensa y valoración de la mujer. No en la calle, en la protesta, con pancartas, sino en la educación y la ayuda personalizada. Recordamos que Beatriz, diminuta como era, se vestía todos los días de rosado, ese color alegre que irradiaba alegría en los rostros de miles de mujeres que como ella hacían parte de la Asociación del Voluntariado Hospitalario y de Salud en Colombia, conocidas por todos como las Damas Rosadas.

Pero no era suficiente, ella, además era la presidenta de la Fundación San Ezequiel Moreno, fundada por ella y otro grupo de personas, entre las que se destaca el sacerdote español Sebastián López de Murga, en el año de 1984. Esta ONG estaba orientada a la ayuda humanitaria a los enfermos de cáncer sin recursos económicos.

Y sin escatimar esfuerzos, Beatriz trabajaba en lo que más quería: la educación. Había fundado, con un grupo de amigos de la organización religiosa Acción Católica, el Centro de Cultura Básica, una institución de educación de adultos que funcionaba en horas nocturnas con el propósito de ofrecerles la primaria básica a aquellas personas que cuando fueron niños o jóvenes no pudieron estudiar. Impulsó la Asociación de Secretarios-Tesoreros, auxiliares y bibliotecarios del Quindío, y creó El Centro Administrativo de Secretarias – Cades- una institución que ofrecía capacitación, unidad, organización y expedía la tarjeta profesional de secretaria en la región.

Y todavía le quedaba tiempo. Trabajaba en el Centro de Capacitación Social La Inmaculada, una institución que funcionaba en el barrio Quindío y que tenía abierta sus puertas a mujeres de esta zona de la ciudad para que se capacitaran en modistería y tejidos, completamente gratis.

Su nombre, Beatriz, como la del poema de Dante, no podemos más que recordar hoy en el Quindío, con admiración y respeto, porque ella abrió el camino de derechos, de capacitación, de dignificación de las mujeres de nuestro territorio.

 

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