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Editorial  |  07 agosto de 2018  |  04:44 AM

Gracias, presidente Santos

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Santos ha sido el presidente con más baja popularidad en los últimos años en Colombia. Mucha gente lo odia porque se acrecentó la idea de que traicionó a Uribe, quien lo puso en ese cargo a razón de dominar las elecciones en el 2010. Pero, lo que no comprende la gente es que la traición consistió en preferir la paz a seguir en la guerra.

Santos, sin duda, nos entrega un país mejor que aquel que recibió en el 2010. Un país donde los históricos guerrilleros de las Farc depusieron las armas, están en el proceso de reinserción a la vida civil del país, donde se acabaron los secuestros, las extorsiones, las tomas de pueblos y de bases militares, las ‘pescas milagrosas’, entre otras atrocidades que cometía esta guerrilla.

Aunque hoy la mayoría de la gente no lo sienta, no sea capaz de aceptarlo, los colombianos tendremos que agradecerle a Santos, en un futuro no muy lejano, la llegada de la paz, en términos de la terminación del conflicto con la más grande guerrilla del mundo, las Farc. Por eso, no queremos en este medio de comunicación ser mezquinos y, por el contrario, conociendo el valor del agradecido, queremos decirle al presidente Santos, gracias, por dejar una Colombia sin conflicto armado con esa guerrilla de 60 años.

No solo se trata de ensalzar a Santos por haber logrado un acuerdo con las Farc, sino por haberlas combatido como lo hizo, antes de sentarse a dialogar. No olvidemos que fue el gobierno de Santos el que dio de baja a los dos más importantes comandantes de esa guerrilla, miembros del secretariado central, el ‘Mono Jojoy’ y Alfonso Cano. Además, Santos deja en La Habana, sentada al diálogo a la guerrilla del Eln, menor en su composición y número de integrantes, pero no menos importante para consolidar esa paz tan anhelada por los colombianos.

El gobierno de Santos tuvo muchos problemas, muchas fallas, corrupciones grandes, como la llamada ‘mermelada’ que se les repartió a los dirigentes políticos regionales para lograr su reelección, o el descubrimiento de casos emblemáticos en la corrupción como ‘Odebrecht’. Sin embargo, no se pueden desconocer los avances, como este de la terminación del conflicto armado. De paso, Santos pudo quitarle de encima al país la reelección presidencial que se inventó Álvaro Uribe, y detener, de alguna manera, la megaminería en las zonas productoras de aguas, tras la protección por ley de más de 300.000 hectáreas de páramos.

Y bueno, hay otros logros importantes. Este gobierno ha sido casi el único, con Brasil, que ha enfrentado a las multinacionales farmacéuticas para bajar los costos de los medicamentos de enfermedades graves. Se pudo enfrentarlas y ganarles. Pudo este gobierno bajar el desempleo a un dígito, algo que parecía imposible, además de entregarles a 270.000 familias una vivienda gratis. Y, tal vez lo mejor, hacer que el rubro más grande del presupuesto de la nación fuera el de educación.

No somos santistas, ni mucho menos gobiernistas, por el contrario, hemos criticado esta administración por hechos de corrupción tan tenaces como Reficar. Sin embargo, queremos ser justos y decir que, con toda la oposición que tuvo, y sin importarle la pérdida de popularidad ni el epíteto de traidor que le endilgaron, Santos creyó en lo que su conciencia le dictaba y sacó adelante el proyecto que más necesitaba el país, el más histórico de todos, el que lo hará recordar como el presidente, la paz.

Es común la frase aquella de ‘Muerto el rey, viva el rey’, que significa enrrutarse con el nuevo presidente, alabarlo y congraciarse con él. Por el contrario, queremos hoy solo decir: Señor presidente Santos, gracias por habernos traído la paz. Esperamos que el presidente Duque siga ese camino por el bien del país.

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