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Editorial  |  16 agosto de 2018  |  07:46 AM

Cambio climático ya está en el Quindío

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Actualmente, la temperatura se encuentra medio grado por encima del promedio.

En la zona Andina colombiana, especialmente en el departamento del Quindío, no tenemos dudas de los efectos que está causando el cambio climático. La práctica desaparición del nevado del Quindío hace ya casi treinta años y el panorama que nos presentan los nevados del Ruiz, Tolima y Santa Isabel, cada vez con menos nieves, son signos evidentes del calentamiento en la región. Además, el bajo caudal de nuestros ríos, especialmente de nuestra principal fuente hídrica, el río Quindío, nos dice a gritos que la situación cada vez es más alarmante.

Sabemos que con pocas excepciones, el calentamiento global es un fenómeno que preocupa cada vez más al mundo, pues su avance está modificando cada uno de los aspectos naturales del planeta Tierra, con nefastas consecuencias a corto y largo plazo.

Aunque el tema parece no preocupar a dirigentes y líderes políticos en algunas regiones, se ha establecido que en Colombia, una de las más afectadas es la zona Andina, donde precisamente está ubicado el departamento del Quindío. Nos alegra que el congresista liberal del Quindío Luciano Grisales Londoño sea uno de los líderes en Colombia de las leyes para salvaguardar los páramos, como efectivamente lo ha hecho desde el Quindío. Sin embargo, es necesario hacer más.

Según una investigación realizada por el Instituto de Hidrografía, Meteorología y Estudios Ambientales (IDEAM) indica que para el año 2030, el país habrá perdido el 78 por ciento de los nevados y 56 por ciento de los páramos, lo que afectará a gran parte del territorio agrícola del país, debido a la falta de recursos hídricos.

Actualmente, la temperatura se encuentra medio grado por encima del promedio, entre tres y cinco milímetros al año aumenta los niveles del mar en el Caribe, mientras las nieves perpetuas y nevados pierden espacio. Los páramos hay que protegerlos desde su propio hábitat, como quedó establecido en la ley respectiva, pero es necesario hacerlo también desde las ciudades. Es en ellas donde se realizan las acciones que calientan el planeta, por ejemplo, cada vez que encendemos un vehículo.

Según informaba hace algunos años la propia Secretaría de Desarrollo Económico, Rural y Ambiental del Quindío, una de las causas más significativas del aumento de la temperatura en el ámbito regional es la sustitución de la caficultura por la ganadería intensiva, donde se gasta muchísima agua y eso tiene por lo menos una influencia del 30%. Y, de acuerdo con todos los análisis hechos por los ambientalistas, la siembra masiva de aguacate hass empeorará este panorama.

El ganado y sus depósitos generan gas metano que es mortal para el ambiente, lo mismo que el uso indiscriminado de agroquímicos que acaban con la capa orgánica y cada vez los suelos necesitan nuevos químicos para ser más productivos. Igualmente las grandes cantidades de agua que necesita el cultivo del aguacate hass, asociado al control de sus plagas con agroquímicos, provocarán un empeoramiento de la situación ambiental en el Quindío.

En las partes altas de la cordillera, especialmente en Salento y Calarcá, el cambio climático ha dado lugar a la aparición de brotes de leishmaniasis cutánea, una enfermedad infecciosa propia de las zonas tropicales del Chocó, Tolima, Guaviare y Antioquia. Ahora vemos el brote de la influenza equina, que obligó a las autoridades a decretar la cuarentena para estos animales, fenómenos que antes eran extraños a nuestra región.

Estamos frente a un fenómeno real, el calentamiento global en el Quindío no solamente afecta la producción agrícola, sino que amenaza la seguridad alimentaria, la salud, la economía y el bienestar y calidad de vida de los quindianos.

Lo que se evidencia en el Quindío es un continuo descenso de los niveles de las principales fuentes superficiales, además de su contaminación con agroquímicos y desechos humanos provenientes del turismo y el avance urbanístico en zonas de protección, lo que conllevará a un eminente racionamiento de agua en el futuro próximo. Estas circunstancias deberían declararnos en alerta permanente.

El cambio climático es una realidad, ya está aquí en el Quindío y es necesario actuar unidos, no en la ‘garrotera’ de odios e intereses personales en que se ha convertido la sociedad regional.

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