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Editorial  |  21 agosto de 2018  |  12:00 AM

El afán de un alcalde

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Lo que empieza mal termina mal.

Los últimos 20 años de las administraciones de Armenia han sido catastróficos, tanto para la ciudad como para sus habitantes. La historia no miente, está ahí en los registros materiales y en la memoria de los miles de armenios que día a día añoran y guardan la esperanza de un futuro mejor, pero que se cansaron de promesas, de mentiras, de engaños y de unos dirigentes sin pudor, sin vergüenza que desde el inicio de la última década del siglo XX y hasta nuestros días convirtieron la ciudad en su empresa, la que administran solo en beneficio propio.

Es evidente que a la ciudadanía en general ya no le interesa si hay o no hay alcalde en Armenia, es más, es mejor que no lo haya para no ver menguados sus recursos que se van por las alcantarillas de la corrupción y el interés personal.

En 1988 Armenia elige su primer alcalde popular que recae en la persona de Fabio Arias Vélez quien gobierna hasta 1990. Lo sucede el exmagistrado César Hoyos Salazar quien para nuestro análisis ha sido el mejor alcalde de Armenia por elecciones popular. Estos dos administradores de Armenia están en la lista de haber cumplido su tarea a cabalidad, lugar donde también ubicamos al economista Álvaro Patiño Pulido quien dotó a la ciudad de Plan de Ordenamiento Territorial, POT, pero cuyo mandato fue cubierto por el manto del pavoroso terremoto del lunes 25 de enero de 1999 que destruyó la ciudad, y lo obligó a enfrentar la tragedia más grande por la que ha atravesado la ciudad durante su historia, crisis que supo superar con éxito.

Después de César Hoyos Salazar ocupó el primer cargo de la ciudad Alba Stella Buitrago Pérez. Elegida para el Senado de la República por la Alianza Nacional Popular (Anapo) en 1999, fue detenida en la cárcel Villa Cristina para responder ante la Fiscalía Sexta de Armenia, por la presunta celebración indebida de un contrato efectuado en 1994, cuando se desempeñaba como alcaldesa popular de Armenia.

Buitrago Pérez le entregó los destinos de la ciudad a otro miembro de su partido, Efrén Tovar Martínez recordado por la construcción del puente de la 26 que más bien parecía una peligrosa rampla para carros de carreras y en el cual se perdieron casi 3.000 millones de pesos con una empresa de sus apetencias, el puente se tuvo que tumbar y Martínez pagó cinco años de cárcel por actos de corrupción.

Luego llegó Mario Londoño Arcila (q.e.p.d.) que con su famosa avenida “Los Camellos”, y el monumento en bronce del legendario animal de los desiertos de Asia y de África en la glorieta del coliseo del Café, le quiso quitar el verdadero nombre a una de las vías más importante de Armenia: la avenida 14 de Octubre. Había llegado a regir los destinos de Armenia por segundo vez en el 2001, a lucrarse de los impuestos de los cuyabros que incautos lo eligieron tiempo después como senador de la República. A su muerte, tenía abierta más de una docena de investigaciones en las entidades de control, todas por corrupción.

Y desde ese año la ciudad colapsó. ¿Por qué Pereira y Manizales progresan y Armenia se queda relegada? Ahí está la respuesta, un movimiento telúrico peor que el de 1999, el terremoto de la corrupción acabó con la ciudad que ahora sí sobrevive de milagro.

David Barros Vélez, Ana María Arango de Londoño, Luz Piedad Valencia Franco y Carlos Mario Álvarez Morales se dieron, asimismo, a la tarea de desmantelar, por encima de los ciudadanos, la empresa Armenia con la ayuda de sus seguidores cuya necesidad de empleo los obliga a defender a capa y espada a sus padrinos dirigentes por un contrato de tres meses.

Los cuatro terminaron mal. David condenado a 18 años de prisión, Ana María destituida del cargo por corrupción y con una investigación aún abierta en la Fiscalía; Luz Piedad Valencia, en la cárcel, lo mismo que Carlos Mario Álvarez, sindicados de haber defraudado el fisco municipal con los dineros de la contribución de valorización.

La dinastía liberal integrada por David Barros Vélez, Ana María Arango, Luz Piedad Valencia Franco y Carlos Mario Álvarez Morales, se encargó no solo de desprestigiar y acabar con los recursos de Armenia, sino también con la dignidad del mismo partido rojo, que ahora falto de pudor y de toda vergüenza reclama por el nombramiento de alcalde de una terna enviada desde su dirección, que según la ley tiene derecho.

No debió ni siquiera el partido Liberal considerar esa posibilidad, con ello hubiera rescatado algo de credibilidad. Si los alcaldes de Armenia de los últimos años, todos liberales han sido cuestionados y encarcelados por corruptos, ¿qué reclama el partido Liberal? Más corrupción. Sería una respuesta obvia.

En ese sentido el afán de un alcalde lo reclama un pequeño grupo de politiqueros para acabar con lo poco que queda de Armenia, para satisfacer la rapiña de contratos que se convierten en los votos, de los indirectamente corruptos, para las próximas elecciones. A la ciudadanía en general ya no le interesan las ternas liberales, pues en nada le beneficia.

Lo que mal empieza termina mal y en 16 meses, con esa consabida y discutida terna liberal no se puede rescatar lo que hemos perdido en 20 años, sobre todo la dignidad de cuyabros.

 

 

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